La cruda realidad no cesa de empujar a miles de personas desde Siria hasta una insolidaria Europa que consiente la construcción de muros y fronteras físicas como las de antaño. Que curioso: el pasado más oscuro regresa al presente. Así, se protege el Hungría de una amenaza, de una invasión, de una desesperación humana que, supuestamente, podría hacer tambalear la seguridad nacional. Se blinda de esta dramática escena a base de pecar en los errores del Siglo XX. Europa puede pasar pero no pasará a la historia de los Derechos Humanos.