Un proyectil de mortero impacta en la azotea. La gente que está en las casas cercanas comienza a gritar. ¡¡El aviso!! El tono es de miedo o pánico. En cuestión de minutos, nadie sabe cuántos, se producirá una explosión mucho mayor. Si hay alguien en la vivienda, ha tenido que darse cuenta, pero quién sabe. Igual creen que la explosión ha sido en una casa cercana o deciden esconderse en un sótano. Tienen que tomar una decisión rápidamente. 57 segundos después, llega el misil y no provoca daños menores o sólo en la parte superior. La casa queda..

Cuando el doctor Erik Fosse, catedrático de cirugía de la Universidad de Oslo, vio los primeros cadáveres en el hospital Al Shifa de Gaza, donde opera de forma voluntaria desde hace días y comprendió que esta ofensiva israelí era más letal y su trabajo mucho más duro. Algunos cuerpos presentaban amputaciones de las extremidades inferiores y heridas de metralla que nunca antes había afrontado en sus más de treinta años de experiencia en la universidad y en la ONG noruega NORWAC, con la que colabora.

Como su imagen reverberó alrededor de la red social, donde se compartió más de 10.000 veces, el reportero se sorprendió por la respuesta. Era, dijo en una entrevista telefónica desde Israel, "nada nuevo". Escenas similares, de los espectadores israelíes reunidos en alto sobre Gaza para ver la destrucción de abajo, fueron documentados en un artículo del Times de Londres y un informe de vídeo de Dinamarca de TV2 durante la Operación plomo Fundido en 2009.