¿De verdad un padre, tantos padres, no encuentran mejor argumento de estímulo para sus hijos que describir las hazañas de algún futbolista o de ese equipo cuyos triunfos, sin razón alguna, toman como propios? “Hemos ganado”, no perdone, vd. no ha hecho otra cosa que mirar. ¿Se añade el pastel completo con algún atisbo de crítica? ¿No se regodeará, además, con el escarnio del vencido?