La receta tradicional contra la corrupción es la separación de poderes, junto con una prensa independiente. Pero los autores de La riqueza pública de las naciones van un paso más allá, al decir que -además de una democracia que funcione- los países necesitan crear Fondos Nacionales de Riqueza, o empresas independientes dirigidas por administradores profesionales para gestionar los bienes públicos, ya se trate de empresas estatales, edificios o monumentos históricos.