Memoria Histórica en Praga: ¿quién homenajea al mariscal ruso del Muro de Berlín?

El Mariscal Konev, que comandó los tanques soviéticos en la RDA en 1961, mantiene un memorial en Praga que divide a los checos. El Distrito de Praga 6 ha aprobado retirar el monumento, aún sin fecha, y sustituirlo por un memorial de los caídos en la II Guerra Mundial. Konev liberó Praga del ejército nazi en 1945, pero también invadió Hungría en el 56. Los comunistas checos, únicos con representación parlamentaria en todo el grupo de Visegrado, piden mantener la estatua y lo homenajean como “antifascista”.

En este mes que media Europa celebra 30 años de la caída del Muro de Berlín, la capital de uno de los países que sufrió una de las represiones más duras al otro lado del Telón de Acero ha visto un homenaje al militar soviético que custodió su construcción y controlaba las tropas rusas en la RDA en 1961. Ivan Konev, figura controvertida donde las haya, sirve para ilustrar las contradicciones de la Memoria Histórica en la actual República Checa, donde el Partido Comunista de Bohemia y Moravia (KSCM, por sus siglas en checo) ha pedido que no se retire el memorial “antifascista” que la Autoridad Municipal de Praga 6, controlada por el partido liberal TOP 09, aprobó trasladar el pasado octubre.

El barrio de Bubenec, en el Distrito de Praga 6, tiene su callejero repleto de homenajes al bando aliado en la Segunda Guerra Mundial. Hay una calle dedicada al presidente Roosevelt, otra a los partisanos yugoeslavos e incluso una plaza de las Brigadas Internacionales. En esta, desde 1980, permanece una estatua al mariscal Konev, quien al mando del Ejército Rojo fue el primer militar aliado en entrar en la Praga liberada de los nazis el 9 de mayo de 1945. Pero Konev también fue el estratega de la invasión soviética de Hungría en 1956 y el general que comandó los tanques rusos en la RDA durante la crisis de 1961 que llevó a la construcción del Muro. Desde 2018, una placa en el monumento recuerda estos últimos datos al visitante en checo, ruso e inglés.

Este verano, y como ya es casi tradición en los aniversarios de la invasión de Checoslovaquia del 68, la estatua sufrió ataques vandálicos. También en septiembre, cuando se anunció su retirada, un vecino llegó a encadenarse al monumento durante varios días para protestar en contra.

Igor Lukes, profesor de Historia y Relaciones Internacionales en la Universidad de Boston nacido en República Checa, aclara para este reportaje que ninguna figura histórica, y menos los militares soviéticos “pueden ser leídos en términos de buenos o malos”. Recuerda que muchos países de la zona, no solo Chequia, mantienen monumentos al Ejército Rojo, incluso en Berlín o Viena. Si las tropas de la URSS “se hubiesen limitado a volver a casa tras liberar Europa Central de Hitler”, opina, “sería más fácil rendirles homenaje. Es lógico que las víctimas de las dictaduras comunistas no se sientan cómodas con monumentos a quienes las impusieron”.

¿A sueldo de Moscú?

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Un manifestante comunista en la Plaza de las Brigadas Internacionales de Praga ondea una bandera del Ché Guevara el pasado 7 de noviembre.

Este 7 de noviembre vio una pequeña concentración de alrededor de medio centenar de militantes –algunos muy jóvenes, algunos muy viejos– del Partido Comunista checo, con banderas soviéticas o del Ché Guevara, vigilados por media docena de policías municipales y en la que reivindicaron la lucha antifascista checoslovaca durante la Segunda Guerra Mundial. El modesto despliegue, que contó con cantos de resistencia checoslovaca y recuerdos para los caídos durante la ocupación, terminó con una breve marcha hasta la sede del gobierno del Distrito de Praga 6, que dejó mayoritariamente indiferentes a los praguenses que la cruzaron.

Hace dos meses, el 3 de septiembre, la Autoridad Municipal de Praga 6 aprobaba desmantelar el monumento y sustituirlo por un memorial de las víctimas de la ocupación alemana, aunque sin precisar fechas ni protestas. La decisión provocó una protesta de la embajada rusa, incluyendo unas declaraciones del ministro de Cultura ruso, Vladimir Medinsky, comparando con los nazis al alcalde de Praga 6, Ondřej Kolář, del partido liberal TOP 09. El ministro de Exteriores checo, el socialdemócrata Tomáš Petříček, terció para pedir “un debate racional” y una disculpa rusa, aunque el presidente de la República, Milos Zeman, acusado de ‘prorruso’ por algunos rivales políticos, llegó a dar la razón a Medinsky, declarando en televisión que “recomendaría dejar la estatua donde está y no avergonzarnos demostrando tal ignorancia de la Historia

Fuentes del Ministerio de Asuntos Exteriores checo aclararon para este reportaje que la Autoridad Municipal de Praga 6 tomó una decisión legítima y democrática. “Si se renueva y dignifica el lugar del monumento, no hay violación de ningún tratado checo-ruso”. Las mismas fuentes añadieron que es deseo del Ministerio resolver esta pequeña crisis diplomáticamente, y no a través de los medios. “La República Checa nunca ha cuestionado los méritos del Ejército Rojo en la liberación de Checoslovaquia”.

Chequia es el único país del llamado Grupo de Visegrado y uno de los pocos del antiguo Pacto de Varsovia en el que el Partido Comunista sigue teniendo representación parlamentaria –15 escaños en un parlamento con un total 200 y 393.000 votos en 2017, un 7,7%–. El profesor Lukes opina que esa pequeña influencia es “sorprendente” pero no extraña dado que “incluso políticos checos no comunistas siguen pareciendo más cercanos a Rusia que a la UE o la OTAN”, en referencia al polémico presidente Zeman.

En el actual debate influye la fluctuante relación de Zeman, jefe del Estado, con el actual primer ministro, el populista de derechas Andrej Babiš, el cual con menos éxito que sus vecinos Orban o Kaczyński ha tratado de imitar las políticas nacionalistas, autoritarias y euroescépticas de ambos. Por otro lado, la ciudad de Praga es gobernada por el Partido Pirata, más escorado al centro izquierda y equivalente, si ello es posible, a los Ayuntamientos del Cambio españoles, apoyándose en otros partidos nuevos como TOP 09, que gobierna Praga 6 y sería un remedo liberal y de centro derecha, salvando las distancias, de Ciudadanos.

Memoria del Telón de Acero

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Detalle de las placas añadidas al monumento en 2018 que recuerdan el papel de Konev en la represión de Hungría o la construcción del Muro de Berlín.

Jaromír Mrňka, historiador del Instituto para el Estudio de los Regímenes Totalitarios de la Universidad de Praga, explica para esta información que el monumento a Konev no es comparable a otros dedicados al Ejército Rojo debido a la época en la que fue levantado. “Muchas placas o estatuas están dedicadas a soldados rusos anónimos y fueron levantadas en los años 40. Konev tenía una placa dedicada a su persona en la Plaza de la Ciudad Vieja desde 1946 que fue retirada recientemente”. Pero la estatua del barrio de Bubenec es de 1980, durante la llamada Normalización, el periodo de mayor represión de la dictadura checoslovaca, que vino precedido por el aplastamiento de la llamada Primavera de Praga por una invasión soviética. “Esta ocupación cambió completamente la narrativa de la liberación para los checos”, remata.

“La excesiva simplificación de estos debate lleva a una falsificación de la Historia”, añade Mrňka vía correo electrónico. “Después de 30 años desde la Revolución de Terciopelo, deberíamos atrevernos a enseñar la Historia con toda su ambigüedad y en un debate público abierto, no tratando de crear nuevos relatos”. En este caso, se cruzan la necesidad del nacionalismo checo de reivindicar una liberación ‘propia’ respecto a los nazis con el deseo ruso de reivindicar “la Gran Guerra Patriótica”. La diplomacia rusa “suele ser poco sensible con la experiencia de los países antiguos miembros del bloque soviético”.

A este respecto Mrňka también pide autocrítica desde la propia República Checa, que a partir de los 90 creó un relatode “victimización” del país en el que “los soviéticos no liberaron Praga de los nazis, sino que directamente la ocuparon”, ignorando que los comunistas llegaron al poder en 1947 al obtener casi un 40% de los votos en las primeras elecciones tras la guerra. Los checos “no hemos sido capaces de asumir nuestra parte de responsabilidad en la dictadura Checoslovaca, y por eso el debate se contamina con opiniones completamente ahistóricas”.

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