La higuera de Miguel Hernández se muere

El árbol supera los 100 años de vida se encuentra en la última fase de su ciclo 

A la mítica higuera de Miguel Hernández le quedan unos diez años de vida. Por ello, se le aplican cuidados paliativos y su tronco se trata como si fuera una escultura. Además, se reproducen esquejes en la Escuela Politécnica Superior de Orihuela

Higuera original, en la Casa Museo Miguel Hernández

Higuera original, en la Casa Museo Miguel Hernández / TONY SEVILLA

Loreto Mármol

Loreto Mármol

El nuevo equipo de gobierno, conformado por PP y Vox, y el recién nombrado director de la Escuela Politécnica Superior de Orihuela de la Universidad Miguel Hernández, Juan Martínez Tomé, tienen el reto de renovar el convenio que se firmó en 2017 para preservar lo poco que queda del legado de Miguel Hernández en Orihuela, ya que «todo lo demás se llevó a Quesada [Jaén]», recuerda Martínez.

Se trata de la famosa y querida higuera a la que el poeta hizo referencia en sus poemas -«volverás a mi casa y a mi higuera»-, el árbol bajo el que se sentaba a leer y escribir y que es uno de los elementos insignes que se pueden ver en la Casa Museo.

La higuera se encuentra en su último ciclo de vida, según detectaron agrónomos de la Escuela Politécnica Superior de Orihuela (EPSO). Fue hace seis años cuando en base a ese convenio entre la escuela y el Ayuntamiento se estableció el objetivo de conservarla y reproducirla multiplicando esquejes.

Así, como si se tratara de aplicarle cuidados paliativos para ralentizar el proceso de deterioro, se intenta que el árbol no dé frutos y se realiza un control de podas. Además, se prevé una segunda restauración de su tronco, limpiándolo y rellenándolo de resina, para que no le afecten los insectos ni las plagas ni la humedad.

«Este proceso de restauración, como si fuera una escultura de Salzillo, le alarga la vida», explica Tomás Serna, director de la Casa Museo, que además recuerda que de las tres higueras que se ven en la casa solo esta es la centenaria que plantó el padre del poeta -las otras dos las plantó el Ayuntamiento-.

Es difícil saber la edad que tiene. Miguel, en una carta desde la cárcel de Torrijos, ya decía que esperaba ir antes de que padre pode la higuera. Martínez Tomé manifiesta que según algunos cáculos podría estar cerca de los 120 años, y podría mantenerse viva por una década más. Ya en el convenio de 2017, se propuso que cuando muriese no fuera sustituida, sino que la madera se tratase como si fuera un monumento. Y también multiplicarla.  

Reproducciones de la higuera del poeta, en un invernadero de la EPSO, en el campus de Desamparados

Reproducciones de la higuera del poeta, en un invernadero de la EPSO, en el campus de Desamparados / TONY SEVILLA

De ahí que en la EPSO haya un invernadero con unas cien reproducciones. Martínez Tomé pretende que con la renovación del convenio, que Serna describe como «vital», los «hijos» de la higuera ahora que tengan número de serie y certificado de autenticidad con un QR que dirija a la Casa Museo. 

Hay reproducciones de esquejes en el Instituto Cervantes de Madrid, La Alhambra de Granada o la Biblioteca Nacional. La petición más reciente ha llegado desde Torrepacheco, en la Región de Murcia, que requirió una «copia» para implantarla en un jardín que recibe el nombre de Miguel Hernández. «Queríamos también poner un ejemplar en las inmediaciones del Ayuntamiento de Orihuela y en la estación intermodal», así como crear un premio cultural cuyo obsequio sea una higuera viva, prosigue Martínez Tomé.

El museo ha documentado las plantas que más citaba el poeta universal en sus versos y las ha plantado en la casa para oxiginar la tierra: «¡Y qué buena es la tierra de mi huerto!», decía Miguel en «Huerto mío». Perejil, rosas, claveles, geranios, romero, lavanda, jazmín, una parra... para que, además, todo en la Casa Museo tenga un sentido.