En Almería tendemos a convertir en un debate a vida o muerte, entre blanco y negro, entre barcelonistas y madridistas, cualquier cuestión. Pasó con la Ley Antitabaco, pasó con los Juegos Mediterráneos y está pasando con el carril bici. La cuestión es que los argumentos son, mayoritariamente, algo endebles a la hora de ir en contra de este proyecto que va a cambiar Almería como el que le da una vuelta a un calcetín. ¿Cuáles son? ¿Tienen peso?