El Consejo de Estado, el Tribunal de Cuentas, el Consejo General del Poder Judicial, el Defensor del Pueblo, y el etcétera etcétera son un cosmético que adorna un sistema democrático de cuento de hadas. Todo funciona a pedir de boca y somos felices, pero vivimos en un huevo de Pascua: decorado por fuera y vacío por dentro.