Finalmente, de lo anterior podemos deducir que cualquier aproximación, más o menos inocente, al papel que las instituciones locales han de jugar ante los conflictos urbanos actuales no puede estar basada en la confianza de su supuesta e inexistente neutralidad, sino, más bien, en la necesidad de su colaboración y articulación con aquellos movimientos –expresiones de la lucha de clases en la ciudad- que buscan la satisfacción de los intereses de los grupos sociales dominados.