Cultura y divulgación

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Y tú más: ¡Meapilas!  

Dice la sabia voz del DRAE que un meapilas es un santurrón. Pero no nos cuenta que además de eso, que dicho así, a palo seco, puede parecer hasta entrañable, tiene unas connotaciones negativas bastante más fuertes. Porque un meapilas es una persona de esas que se pasa la vida rezando u ordenando la vida de los demás según su dignísima y perfectísima moral religiosa, pero que luego, por detrás, hace todo lo contrario de lo que predica. Es decir, un hipócrita de tomo y lomo, lo que le hace aún más asqueroso.
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¿De dónde surge la expresión ‘ser un meapilas’?

El Diccionario de la RAE da como acepción al término ‘meapilas’ el de ‘santurrón’ con ánimo de señalar a alguien que es exagerado en sus actos de devoción religiosa.
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Los negocios del alma (la obsesión de Lucas de la Calzada)

Si el mediodía nos cogía arando, el abuelo detenía las vacas y, despojándose respetuosamente de la boina, rezaba el Ángelus. El resto del día lo dedicaba a trabajar y a preparar los aperos necesarios para el trabajo del día siguiente. Un hombre recto y trabajador que hacía tres breves paréntesis cada día para atender a sus convicciones religiosas. Yo había vivido este ambiente desde siempre y me parecía todo tan normal que me causó gran desazón oír un día a mis espaldas, con tono que me pareció despectivo, que mi abuelo era un meapilas.

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