Un mes después del atentado más letal del extremista movimiento Talibán en Pakistán, algunos se cansaron de las manifestaciones de protesta y comenzaron la difícil tarea de construir alternativas comunitarias al terrorismo. El ataque de diciembre a una escuela en Peshawar, la capital de la noroccidental provincia de Jiber Pajtunjua, mató a 141 personas, entre ellas 132 niños.