Solo hace falta recurrir al archivo de historias emblemáticas, como la de Bobby, que permaneció 14 años junto la tumba de su amo. La de Capitán, un can que gracias a su intuición supo encontrar la tumba de su dueño, enterrado a 35 km de su vivienda. El suceso de Canelo, un perro que acompañó a su amo al hospital para que le practicaran una diálisis. Aunque no salió con vida, Canelo le esperó durante 12 años en la puerta del Hospital, hasta que falleció.