La infancia en los seres humanos dura mucho tiempo y en ella los niños crecen lentamente porque su cerebro utiliza el doble de glucosa, la energía que lo alimenta, que el de un adulto maduro, según muestra un nuevo estudio dirigido por antropólogos de la Universidad Northwestern, en Evanston, Illinois, Estados Unidos, cuyos resultados se publican en 'Proceedings of the National Academy of Sciences' (PNAS).