Los españoles llegaron a Perú a principios del siglo 16 y el pueblo Chachapoya ya había sido absorbido por el gran Imperio Inca. A pesar de que se habían resistido a los incas con fuerza, a los Guerreros de las Nubes, ya habían sido anexionados y se habían visto obligados a adoptar las costumbres y la cultura de sus conquistadores. Sin embargo, ellos dejaron algo atrás: extraños sarcófagos en los que enterrar a sus muertos.

Su nombre es Marino Morikawa y, en medio de tantas malas noticias, se ha convertido en el protagonista de una historia admirable.

El equipo del Instituto de Arqueología de la Universidad de Wroclaw ha realizado investigaciones en el sur de Perú desde el año 2008. El cementerio fue descubierto en el delta del río Tambo, en la parte norte del desierto de Atacama."Estas tumbas se habían cavado en la arena sin ningún tipo de estructuras de piedra, y por esta razón eran difíciles de localizar y no han sido víctimas de los ladrones", declaró Józef Szykulski, líder del proyecto de investigación, en el que han participado también investigadores de Perú y Colombia,