Nos buscábamos sin saberlo, nos encontramos sin buscarnos, derrapando y sin frenos, como el que no le teme a precipicios espontáneos o a cruces de caminos. Porque el miedo es para quien entiende la vida. Fue un choque de titanes, una pelea de leones, un camino de baches en aquella curva disfrazada de casualidad universitaria, que llegó con puntualidad británica. Como el extintor que apagó mis dudas, como la escalera de incendios que me salvó del edificio en llamas. Continua en: tengounas.blogspot.com.es