Tener un gato por mascota hace que cualquier internauta se vea prácticamente obligado a tener un canal de YouTube. La forma en de mover sus patitas cuando divisan una mosca, la manera de moverse cuando se entretienen con un ovillo de lana o sus ojos llenos de intriga cuando los miramos fijamente resultan tan encantadores que, muchas veces, es imposible resistir la tentación de grabar un vídeo. En 2011, empresas rusas se hicieron con los ingresos publicitarios de varios vídeos de gatitos abusando del sistema de YouTube
