CELEBRITIES
Cine

Sexo, drogas, homosexualidad y violencia: cuando Hollywood rodaba sin censura

Actualizado

Marlene Dietrich y Greta Garbo como mitos lésbicos, una Jane semidesnuda en brazos de Tarzán o personajes homosexuales que se burlaban del puritanismo poblaban las películas de Hollywood hasta que la censura acabó con ellas.

Claudette Colbert en 'El signo de la cruz'
Claudette Colbert en 'El signo de la cruz'NOTORIOUS

Aberraciones sexuales, libido femenina, corrupción judicial, adulterio, prostitución, alcohol prohibido, asesinatos, racismo, hipocresía social, lenguaje crudo, corrupción institucional, lesbianismo, sadomasoquismo... En aquella Sodoma y Gomorra que tan bien materializó el recientemente fallecido Kenneth Anger en Hollywood Babilonia la vida privada de las estrellas del cine mudo estaba repleta de excesos en los que los asesinatos, orgías, violaciones, infidelidades y borracheras eran moneda corriente. Lo plasmaron muy bien en sus columnas las brujas del cotilleo Louella Parsons y Hedda Hopper, capaces de cargarse la carrera la reputación de una luminaria. Como diría Samuel Goldwyn, dueño de la MGM, "Louella Parsons es más fuerte que Sansón. El necesitó dos columnas para derribar un edificio. Louella puede hacerlo con una".

La llegada del sonoro supuso una nueva forma de narrar. Imagen y palabra formaban un tándem tan atractivo como peligroso para la moral reinante de una época devastada por el Crack del 29. Las majors (Fox, Paramount, MGM Warner Bros, RKO) y las minors (United Artists, Columbia, Universal) eran conscientes de que había que poner freno, pero no se podían permitir más pérdidas debido a la gran recesión. Por eso, al principio dieron una de cal y otra de arena.

Amparándose en la creación de la asociación Motion Picture Producers and Distributors of America In. (MPPDA) presidida por el ex ministro republicano William Hays, los jefes de los estudios empezaron a gestar una serie de medidas redentoras para adelantarse a la censura gubernamental, católica y otros grupos moralizantes. Con ayuda del publicista católico Martin Quigley y del jesuita Daniel A. Lord, el presbiteriano Hays presentó en 1930 el famoso Código Hays que se vertebraba en cinco grandes temas como el sexo, las drogas, la violencia, la blasfemia y el alcohol.

Durante los primeros cuatro años las normas fueron laxas, de ahí que los espectadores disfrutaran de la androginia de Marlene Dietrich vestida con esmoquin en Marruecos (1930) o Claudette Colbert subiéndose la falda donde mostraba su pierna para detener algún coche en Sucedió una noche (1934).

Greta Garbo en 'La dama de Shangai'
Greta Garbo en 'La dama de Shangai'NOTORIOUS

De 1929 a 1934 la libertad de expresión alcanzó cotas inimaginables incluso para las corrientes actuales, donde reina la cultura de la cancelación. A esa época se le denomina pre-code. En el libro Hollywood antes de la censura. Las películas pre-code (Ed. Notorious), Guillermo Balmori analiza microscópicamente las películas que encontraron en la fórmula sexo y violencia los ingredientes necesarios para conseguir taquillazos. Marlene Dietrich simbolizaba la androginia y, junto a Greta Garbo, han sido perennes mitos lésbicos, "pero con ellas fueron más condescendientes y se las trataba mejor porque generaban mucho dinero. No hay que olvidar que el cine es un negocio, aunque después del pre-code las calificaron como 'veneno para la taquilla', al igual que Katharine Hepburn o Joan Crawford", asegura Balmori, quien incide en el paradigmático caso de Mae West, "que fue la estrella que más dinero generaba pero la fulminaron ipso facto porque era demasiado directa". Otras fueron más hábiles porque pasaron de pecadoras a señoras respetables, como Claudette Colbert o Barbara Stanwyck.

Escena de 'Vampiresas'.
Escena de 'Vampiresas'.NOTORIOUS

Entre los centenares de películas rodadas, una de las más insignes a nivel transgeneracional es Tarzán de los monos, la primera entrega de las aventuras protagonizadas por Johnny Weissmuller y Maureen O'Sullivan. En una de las escenas se aprecia a una Jane empoderada que le dice a Tarzán que es muy atractivo mientras nadan abrazados y a ella se le marcan los pezones en la blusa; en otro momento se insinúan relaciones extramatrimoniales cuando él se la lleva a su guarida, hay un fundido en negro, después se les ve riendo sobre unas pieles de cebra y la mona Chita se tapa los ojos ruborizada. En otra hay tintes racistas cuando un porteador negro cae por un precipicio y lo único que le pregunta el padre de la protagonista es por la carga que llevaba.

En Mata Hari (1931), Greta Garbo es una prostituta patriota. El filme está mutilado porque en su estreno original aparecían las secuencias en las que la protagonista baila ante la estatua de Shiba casi desnuda y aquellas en las que recibe a Ramón Novarro con un salto de cama que deja al aire casi todo su cuerpo. Cuando la MGM quiso reestrenarla en 1934 porque tenían que rentabilizar a su estrella, el Código ya se aplicaba a rajatabla por lo que no fue posible y cinco años después la MPPDA dio la aprobación con la condición de que se eliminaran las escenas del negativo original. Solo existen las fotos de promoción.

Su rival en la pantalla, la Dietrich, interpretó a otra prostituta en El expreso de Shangai (1932) a pesar de que esa palabra no aparece en la filmación, tan solo se puede deducir por uno de sus comentarios: "No le parecen las personas respetables terriblemente aburridas?". Sin duda, una clara burla hacia el puritanismo. Además, la fe se usa de manera retorcida, existe racismo porque un militar británico hace lo imposible para salvar el honor de la blanca Dietrich mientras se queda impasible por el de la china Anna May Wong.

La homosexualidad era uno de las peores tabúes en aquella sociedad tan moralista, pero los directores se arriesgaron. Así se hizo con El halcón (1931), donde Otto Matieson insinuaba su condición con sus tarjetas de visita perfumadas; en Drácula (1931), la Universal quiso autocensurarse para que el hombre vampiro solo chupara la sangre a las féminas, pero se puede ver a Bela Lugosi mordiendo a Dwight Frye y mirándole con deseo, cosa que no hacía con las mujeres, y en Parece que fue ayer (1933) en la escena de la fiesta aparecen dos mujeres con aspecto masculino que daban a entender que eran lesbianas.

Johnny Weissmuller y Maureen O'Sullivan en una escena de Tarzán.
Johnny Weissmuller y Maureen O'Sullivan en una escena de Tarzán.NOTORIOUS

La pedofilia también se intuía. En Dejada en prenda (1934) aparece la niña prodigio Shirley Temple en ropa interior pidiéndole al mafioso (Adolphe Menguo) que se la quite y en otra secuencia los miembros de la banda de apostadores se pasan a la niña de mano en mano para calcular su peso y apostar sobre el mismo.

John Barrymore (empresario del ballet) y Luis Alberni (director de la compañía) protagonizan El ídolo (1931), que muestra sin tapujos la cocaína, aunque nunca se la nombre. En Kongo (1932) hay para todos los gustos: un cocinero afeminado, una explosiva portuguesa sedienta de sexo (Lupe Vélez), un mono encadenado, tráfico de esclavos y grandes dosis de sadismo.

Tal y como asegura Balmori "hubo intérpretes que sufrieron un bajón en sus carreras y fueron, casualmente o no, postergados a las series B". El caso más representativo es el de Warren William, un actor olvidado que representaba como nadie en el cine los papeles de canalla elegante y encantador políticamente incorrecto con preferencia por las jovencitas.

Conforme a los criterios de The Trust Project

Saber más