Como buenos humanos que somos, es sabido que no nos mola ir con el rabo al aire / el chichi al desnudo. Que va. Nos gusta cubrir nuestra piel buscando, aparte de la propia funcionalidad de la ropa que no es otra que la de resguardarnos de las inclemencias del clima, adornarnos y regocijarnos en nuestro buen gusto, pavoneándonos de ello cada día al salir de casa. Y yo no iba a ser menos.