“¿Pasas frío en casa este puente? Nueve trucos para calentar la casa sin encender la calefacción”. Este es el tuit del diario El País que ha despertado decenas de críticas en las redes sociales. El mensaje enlaza a una noticia publicada en enero de 2015 y que ya fue muy comentada en su día. Ofrece consejos del nivel de poner cinta aislante para tapar los huecos de las puertas o utilizar una bici estática para entrar en calor. El tuit llega en un momento en que el recibo de la luz ha subido un 1,9% en noviembre, encadenando su tercer mes consecu

Nací en Saratov en 1993, una ciudad portuaria del Volga situada a 858 km de Moscú (traducido en distancias, eso son 15 horas en tren). Una ciudad que permaneció totalmente cerrada y aislada para los extranjeros hasta 1991, la caída del orden soviético. En 2001 me mudé a España con mi familia, visitando Rusia una única vez desde entonces, en 2008. En aquel entonces no vi demasiados cambios. Pero ahora que recientemente visité de nuevo mi madre, he visto un país bastante renovado, si no totalmente, durante los últimos diez años.

El mundo se divide en dos grandes bandos irreconciliables: el que jamás pisaría la casa propia (o ajena) con los zapatos puestos y el que puedes entrar con katiuskas hasta la cocina. España pertenece a la segunda categoría, lo mismo que la mayoría de América (menos Canadá), Europa occidental, África subsahariana y Oceanía, tal y como se aprecia en el mapamundi (países en azul). La mayoría del planeta prefiere descalzarse al entrar en casa. Esta costumbre prevalece en prácticamente la totalidad de Asia, países musulmanes y Europa Oriental.