La flor, como un órgano reproductor, se desarrolló con un solo objetivo primordial en mente – para atraer a los polinizadores, como los insectos o pájaros. Esta función ha impulsado una explosión evolutiva asombrosa de colores y formas distintas, algunas de las cuales incluso han llegado a parecerse a varias figuras reconocibles, plantas o animales.