Fue el 23 de febrero de 2013. Con 30 años acababa de disputar su último partido con el CD Gallarta, el mismo club donde empezó a jugar al fútbol a los 5 años. Él todavía no lo sabía. Tenía turno de noche en la fábrica donde trabajaba como mecánico industrial y le tocaba reparar una máquina de laminación. Todo iba bien hasta que, sobre las dos de la mañana, esa máquina le atrapó el pie derecho y le cambió la vida para siempre.