Allí, y con total discreción, Hitler vivió durante más de una década junto a su esposa, bajo el falso nombre de Adolf Reltih i Segarra, se dedicó a leer, a la pesca y a la pintura, una de sus grandes pasiones, e incluso compartió mesa y mantel con numerosos pueblerinos de la zona. "Era una persona normal" recuerda Antoni Pla,"Lo recuerdo paseando por la calle Mayor. Siempre nos decía que era alemán de madre catalana, y que había huido de su país por la guerra. Le encantaba comer seques amb botifarra y era un enamorado del mar".