El cocinero Quim Marqués no podrá llamar paella catalana a su arroz con pollo, salchicha, calamares, cigalas, guisantes y criuelas. La Oficina Española de Patentes y Marcas no se lo permite. Y los valencianos más puristas lo celebran, dicen que sólo se puede llamar paella cuando al arroz se le echa unos ingredientes concretos, pollo, conejo, judías verdes y garrafó.

¿Y por qué sucede que varios de los peores restaurantes de Valencia están en uno de los mejores escaparates de la ciutat? Sucede por la terrible tentación de engañar al turista poco precavido, aprovechando el fluir de curiosos. Sucede por la dejadez como método porque los clientes —aunque pocos de ellos se atreverían a repetir— van a continuar llegando; una pandemia que va a más a este lado de la playa. Sucede por la decida ausencia de los guionistas de la urbe a la hora de darle un poco de sutileza a enclaves como este.

Malos tiempos para los puristas de la paella. Tras la histeria desatada por el chorizo de Jamie Oliver y el disgusto con el tema de los emoticono que -por lo visto- al final pasarán bastante del dibujo oficial que se sugería, ahora llega una nueva afrenta para el honor del plato más valenciano: la paella dulce, tarta-paella o como queramos llamarla. Ya no es cuestión de un ingrediente que sobra o que falta, o de si lleva o no cebolla, sino que la bautizada como Banofee Paella tiene de paella simplemente el recipiente donde se hace.

El influyente cocinero Jamie Oliver visitó The Graham Norton Show, un programa británico que se emite en la BBC One en Reino Unido, y aprovecharon para enseñarle la que se lió en España hace poco cuando hizo una paella con chorizo. Twits tipo: "Quita el chorizo. No negociamos con terroristas. Primer aviso.".