Imaginad que la abuela de vuestra pareja compra un inmueble viejo que lleva años clausurado como inversión. Cuando llega a su nueva propiedad, la buena señora descubre que dentro había un salón de máquinas recreativas de los 90 en perfecto estado. El sueño de cualquier aficionado a los videojuegos clásicos, hecho realidad.

Mi plan original era criar a mi hijo haciendo que pensara que estaba viviendo una simulación por ordenador, pero, tristemente, mi mujer lo vetó. Y cualquier otro potencialmente dañino, pero gracioso, escenario de vida alternativo. Pero me las arreglé para colarle un experimento igualmente. Me encantan los juegos, y yo que nací en la época dorada, quería que mi hijo los amara y los apreciara también. Así que este fue mi experimento: ¿Qué ocurre cuando un niño del siglo XXI juega a través de la historia de los videojuegos en orden cronológico?

Los míticos salones recreativos han empezado a aparecer en algunos lugares de Estados Unidos con un concepto nuevo, son los llamados Arcade Bars, una mezcla de salones recreativos de arcades clásicos con barra de bar donde poder beber alcohol (o cualquier otra bebida) y escuchar música. Una curiosa iniciativa que lleva ya unos años y se está convirtiendo en un éxito, expandiéndose por todo el país. En Japón proliferan a su vez los denominados "Game Bar", una idea similar aunque con algunas diferencias.

Compras in-app, modo cooperativo, multijugador, el botón share de la PS4 para mostrar tus habilidades en las redes sociales… Qué nuevo parece todo eso, “son modas”, dicen algunos jugadores, “eso no es jugar”, “pagar por poder avanzar, ¿quién va a quererlo?“… Todo esto ya ha pasado y volverá a pasar. En el principio, los videojuegos fueran multijugador, nos hacían tragar con microtransacciones y tenían todo tipo de trofeos y retos. Los más de 20 años de hegemonía absoluta de las consolas puede que hayan borrado aquello