La policía teme que el pequeño Nicolás todavía pudiera mantener intacta la misma infraestructura que empleó para mediar en el proyecto EuroVegas, o cuando intentó salvar el honor de la Infanta Cristina. El supuesto agente del CNI, y “chico para todo”, formalizó la exigencia de los 2 millones de euros aprovechando su invitación a un cocktail de espías que suele celebrarse cada mes en una sala secreta y subterránea del ministerio del Interior y al que solo se accede con el aval cruzado de 7 francotiradores, 2 topos y 4 embajadores anónimos.