James Kingston explora la presa de Sepúlveda en Los Ángeles desde su particular punto de vista. Estrechas vigas, saltos lejanos, altos muros, obstáculos varios...

James Kingston dijo que le tomó tres meses conseguir la aprobación para la escalada de Wembley.

Las habían plantado a cielo abierto en Kingston, una ciudad adinerada al sudoeste de Londres a pocas calles de distancia de una residencia universitaria y cerca de una estación de tren. Algunas de las plantas habían crecido hasta una altura de metro y medio y sorprende que no se hubiesen percatado antes de su existencia.

Están los que se van a por tabaco y no vuelven, y los que acaban viviendo en una tienda de campaña en el bosque porque no aguantan a su señora esposa. Es el caso del inglés Malcom Applegate, que hace diez años, tomó la drástica determinación de coger las del condado de Villadiego (las de Kingston, concretamente), huyendo de una relación que había comenzado tres años antes.