La cobra real Ophiophagus hannah es la serpiente venenosa más grande del mundo. Llega a medir hasta 6 metros y tiene una mordedura capaz de inocular hasta 7ml de una toxina que puede ser mortal para el ser humano. A este ser humano en concreto toda esta información le trae sin cuidado.

A fin de defender “los auténticos valores de la democracia”, el Gobierno va a hacer como que no sabe que el rey emérito, Juan Carlos I, recibió una comisión de 100 millones de euros por el Ave a la Meca y que ha intentado evadir al fisco reiteradamente durante décadas, según informan fuentes de La Moncloa. “Los auténticos valores del socialismo, la democracia y, por qué no decirlo, el republicanismo, nos empujan a respetar al máximo todo lo que haya hecho el rey”, sostiene una fuente del Gobierno de coalición de PSOE y Podemos.

En 1984 llegó a las salas de cine The Karate Kid, o sencillamente: Karate Kid, como se tituló en España. Forma parte de esa época en la que el cine tocó techo de esplendor, cuando no se miraba con lupa cada detalle o cada fallo, y el público sencillamente se dejaba llevar, disfrutaba y no se pasaba el metraje completo dándole forma a la crítica más destructiva posible que, a la postre, redactaría en un foro de Internet.

En 1984 llegó a las salas de cine The Karate Kid, o sencillamente: Karate Kid, como se tituló en España. Forma parte de esa época en la que el cine tocó techo de esplendor...

El sentimiento de culpa es recurrente entre muchos de los que han consumido vorazmente las primeras tres temporadas. Casi nadie percibe en la serie valores asociados a lo que entendemos por cine o televisión de calidad

El protagonista ni se inmutaba.

El verdadero Karate Kid es Johnny. Esta frase, que hizo popular el personaje de Barney Stinson en ‘How i met your mother’ o ‘Cómo conocí a vuestra madre’ en España, cobró mayor sentido para muchos fans tras ver las temporadas de Cobra Kai, la serie que retomó la historia de una de las mejores películas de los años 80 nada más y nada menos que más de 30 años después.

Cuando una cadena o productora lanza un producto al mercado, su intención, obviamente es que guste tanto en audiencia que se convierta en un clásico (algo realmente difícil) o se le abran las puertas para crear una saga o si se trata de una serie, una nueva temporada.

El expresidente Mariano Rajoy ha intentado que Pablo Casado e Isabel Díaz Ayuso posen en plena guerra interna pero la presidenta de la Comunidad de Madrid lo ha evitado ante las cámaras.

Se trata del tema "Sweep the leg" de No More Kings, en el que Pete Mitchell y Neil Robins hacen un homenaje a la saga de artes marciales mientras reivindican al personaje de William Zabka aconsejándole que en ese combate final "barriese la pierna" y derribase al rival. El tema fue acompañado de un videoclip, dirigido por el propio Zabka en el que se produce toda una reunión del reparto masculino de esa primera 'Karate Kid': Martin Kove, Ron Thomas, Rob Garrison, Tony O'Dell y Ralph Macchio participan.

Además de llevar pasamontañas, los trabajadores de las gasolineras deberán ir armados con pistola o navaja. “Los clientes llevan meses sintiéndose atracados, pero para que sigan pagando hay que transmitir la sensación de que están siendo atracados de verdad”, insisten los asesores de Moncloa.

He leído estos días Ieri, oggi e domani, la autobiografía de Sophia Loren: un libro bien escrito que pasa revista a la vida y las películas de esta bellísima octogenaria napolitana que, durante medio siglo, encarnó en las pantallas el prototipo de la mujer italiana, con ese matiz espléndido que la generación de mi abuelo, y la de mi padre en su juventud, aún definían como una mujer de bandera. Y debo decir que la lectura de ese libro sereno y agradable me ha proporcionado momentos de intenso placer. De sonrisa cómplice y agradecida.

Cada mañana desde hace diez o doce años, poco antes de las nueve, un hombre solitario se detiene ante la barandilla al pie del obelisco egipcio, frente al palacio de Montecitorio, en Roma, a cincuenta pasos de la entrada principal del edificio que alberga el Parlamento italiano.

He regresado al Deefe, México. Esta vez tardé un poco más, porque hubo dos novelas seguidas, y compromisos que me llevaron por otros lugares. Pero he vuelto por fin al corazón de esta ciudad fascinante, peligrosa, hormiguero de ternura y de violencia, en la que, si yo fuera novelista mejicano, nunca tendría problemas de hojas en blanco, pues abunda en historias por contar para varias vidas.

Juro a ustedes por el cetro de Ottokar que lo que voy a contar es cierto. Aunque comprendería que dudasen; en un país normal, algo así sería imposible. Pero recuerden que éste no es un país normal, sino España: un lugar donde, como ya escribí aquí mismo alguna vez, todo disparate, por gordo que sea, tiene su asiento, y donde, por poner un ejemplo clásico, una ardilla podría cruzar la Península saltando de gilipollas en gilipollas sin tocar el suelo.

Esta tarde me dejo caer por el bar de Lola. Y me hace una pregunta que está de actualidad: ¿Para qué sirve un soldado? Le señalo el periódico que está encima de la barra, con la foto de los que le dieron estiba al terrata del Kalashnikov en el tren gabacho. Vía: twitter.com/perezreverte/status/635478964509777921 - twitter.com/J_CarlosNavarro/status/636279591250853889

Los escritores españoles, hartos de oír y leer aquello de "No sé por qué os dais tanta importancia, si escribir puede hacerlo cualquiera", se han declarado hoy en huelga indefinida. No escribirán ni publicarán nada hasta que la sociedad española se disculpe públicamente, en un programa televisivo de gran audiencia, con una telemaratón cuyos beneficios se destinarían a las familias de los escritores del país. Utilizan el hashtag #HazloTúSiPuedes para canalizar las protestas.

Esta columna de Javier Marías fue publicada en El País Semanal bajo el título “Soldados sin Riesgo” el 27 de Diciembre de 2015. Lo que sigue es un resumen de la misma con fines didácticos, para el lector con prisa. Es recomendable leer la original antes de leer esta.

La primera en la frente fueron las luces. Allí no había conmutadores normales, de ésos que les das, clic, clac, y encienden y apagan. Había unos sensores planos de colorines, que según acercabas un dedo encendían cosas de modo aleatorio, a su rollo. Todas de golpe o una a una, dabas a ésta y se encendía o apagaba aquélla, tocabas la de la mesilla de noche y se iluminaba un armario, o el cuarto de baño, y así todo el rato. No había forma de aclararse.

Querida Daisy, my darling. Prometí contarte, al término de la campaña, cómo habían ido las cosas. Y aquí me tienes. Cumpliendo mi palabra. Al alba y con viento de Levante, como sabes, zarpó la flota británica para defender Gibraltar de esa España poblada por sucios meridionales –follaburros, según nuestro tabloide The Sun– que en las novelas marítimas de Dudley Pope siempre son cobardes y huelen a ajo.

El otro día tuve ocasión de comprobar en carne propia que a veces los tópicos se ajustan a la más absoluta realidad. Al menos, en lo que a los gallegos se refiere. Me encontraba en Santiago de Compostela, alojado en el hotel donde lo hago cada vez que viajo allí, situado en un buen lugar de la plaza del Obradoiro, junto a la catedral. Se acercaba la hora de comer, así que cogí un paraguas y...

2018: La Tierra se había convertido en un desierto tóxico de desprecio a la gramática y a la ortografía. Pero de los escombros de ese caos se alzó una esperanza, el hombre de la RAE.