La gracia de Cicely -algo que le cuesta tanto entender al neurótico Doctor Fleischman- es que cada cual se sabe raro y muy alejado de la menor virtud, pero lo acepta sin complejos. En 2018, esa idea es casi subversiva. Que la gente viva reconciliada con sus contradicciones y dilemas morales, sin que nadie se los afee o intenten reformarlos, es impensable en tiempos de moralejas y didactismos. [A LA MIERDA CON LOS QUE VOTAN POR SER AEDE]