Cien siglos para encontrar a su amor

—Esta planta es la de los deportistas de élite. Conocerá el caso de Emir Abadi; él ha sido el primero en ser despertado, pero ya confían en nuestros sistemas criónicos varias decenas de atletas. Principalmente estrellas en sus últimos años, esperando un buen contrato. Habitualmente, a las dos o tres décadas de dejar el deporte, vuelven a revalorizarse.

—Como aquel rapero blanco.

—Exacto, también los actores y las estrellas de la música son algunos de nuestros grandes clientes. Están en la planta superior. Subamos. Por aquí. Cuando su discográfica no les pone en las listas en el lugar que esperaban, o les abandona la musa, o no les dan papeles de relevancia…

—O descubren que les falta algo más importante en su vida, como Eva Moon.

—Bueno, el caso de Eva Moon y sus Cien siglos para encontrar a su amor es excepcional. La mayoría lo que necesitan es darle un descanso a su carrera, y reaparecer a las pocas décadas, cuando los jóvenes que disfrutaron de sus actuaciones o sus canciones ya son gente madura y con un mayor poder adquisitivo. Generalmente el movimiento les sale más que rentable. De lo contrario lo único que suelen perder es tiempo, para pagarnos les suele bastar con las rentas de sus propiedades y derechos.

Y si por alguna razón no se llega a cumplir alguna de sus condiciones de despertar, que habitualmente son ofertas generosas por parte de discográficas o productoras audiovisuales, sus contratos tienen el habitual límite de mil años, momento en el cual debe despertarse y decidir si quiere renovar. Aunque la mayoría de estos clientes lo acorta; si no lo consiguen en unas décadas es raro que vuelvan al candelero.

Para nosotros es irrelevante si están más o menos tiempo en las cámaras criónicas, el modelo de negocio está diseñado de forma que no nos influya esto, para evitar conflicto de intereses. Por ejemplo, destruir las cámaras una vez usadas no es la forma más eficiente de operar, pero inspira confianza. Sin duda alguna, que Lorca se crionizara por diez mil años justo en el momento más álgido de su carrera fue la mejor muestra de confianza.

—Ha sido toda una inspiración para mi generación, desde luego. A mí me ganó cuando explotó el primer asteroide, iniciando la carrera de la minería espacial. Pero supongo que a la mayoría le cayó en gracia cuando comercializó a precio de costo el aparato contra el Alzheimer.

—También el de la diabetes, el antiinfartos, el filtro alveolar, el vascular, todo a precio de coste, prácticamente gratuito. Pero hay que tener en cuenta que Lorca no es solo el mayor filántropo que haya conocido la humanidad. Fue pionero del modelo freemium en medicina. Cuanto más se implantara el producto, en sentido literal y figurado, si me permite el juego de palabras, más gente accedería a los servicios de pago. El verdadero cliente objetivo es siempre la gente sana. Curar el Alzheimer, los ictus, los infartos de miocardio, las enfermedades pulmonares y un largo etcétera, así como ahora con CrioLive permitir que cualquiera de forma gratuita pueda postergar su final, o sencillamente esperar a que pueda ser evitado, no es más que un maravilloso efecto secundario, a la vez que el mejor reclamo, de la mayor estrategia de adopción comercial de la historia. Lorca es el mayor genio de los negocios que haya pisado la Tierra.

—Y Marte.

—Y Marte, claro—contestó sonriendo—. Anunciar su crionización cuando pisó el planeta rojo fue una jugada maestra. Usted mismo llevará implantado alguno de sus productos.

—El paquete completo de salud integrada, de hecho. Y el potenciador neural.

—Eso último explica que tenga interés en invertir, los usuarios de NeuralPower tenemos buen ojo para las finanzas. Fui director de operaciones del proyecto, ¿sabe? Aunque, no se ofenda, no es que haga falta el potenciador para darse cuenta de que ésta es una oportunidad única. Lo que hace falta es una billetera tan abultada como la nuestra —le guiñó el ojo.

—No se precipite. Tengo algunas preguntas que hacerle antes de abrir esa billetera.

—Usted dirá, por mi parte el tour ha terminado. Ya ha visto que la tecnología es sencilla y segura, y que la mayor parte de las instalaciones en superficie se dedican a las salas de despertar, rehabilitación y superación del criolag, que es nuestro negocio actual.

—Sí, esa es mi primera pregunta. He comprobado las cuentas y sigue sin convencerme que esa sea la principal fuente de ingresos de CrioLive.

—Tiene razón. No lo es. Es la principal fuente de ingresos por servicios prestados.

—¿Quiere decir que los inversores, como podría ser yo, por ejemplo, son los que realmente hacen que este negocio sea rentable?

—El proyecto ya está financiado para los próximos mil años. No buscamos la rentabilidad por ahora. Sólo adopción. Ahora mismo llegamos en torno al 7% de la población mundial. Queremos el 100%. O el 99%, siempre habrá quien prefiera morir.

—¿Entonces se trata de otra estrategia freemium?

—No puedo entrar en detalles porque los contratos con los clientes de CrioLive son confidenciales. Por eso no le dimos las cifras. Pero déjeme que le haga una pregunta, de las pocas enfermedades que quedan, esas que hacen que la gente decida meterse en una cámara criónica, ¿qué empresa cree que encontrará la cura?¿Si le ofrecieran dormirle para despertarle cuando se descubriera esa cura, cuánto estaría dispuesto a pagar?

—Entiendo. Es una apuesta fuerte. A largo plazo.

—Como la que usted ya ha hecho. Por eso solo la ofrecemos a nuestros clientes de larga duración. Tengo entendido que la semana que viene inicia usted su sueño y despertará como mínimo en unos cien años.

—Si Eva Moon me elige como primer intento. Si no, hasta el siglo en que ella me elija. O a los mil años para renovar. O Dios no lo quiera, si ella fallece.

—Entiendo. Es usted un romántico.

—Me siento identificado con ella. Cuando despierte y descubra que la he seguido a través del tiempo, comprenderá que no soy uno más.

—Ciertamente —dijo desviando la mirada.

—Claro, entenderá que si estoy dispuesto a renunciar a mi vida por cien o hasta diez mil años, hasta que me elija, merece la pena conocerme.

—Aham. Respecto a la inversión…

—Y no me interesa la fama. Me interesa ella.

—Como a todos. Entonces le interesa invertir en…

—¿Cómo ha dicho?

—Que si le interesa invertir en la empresa. Va a estar con nosotros al menos cien años.

—No, no. Acaba de decir “como a todos”.

—Bueno, que a todos nos encanta Eva Moon.

—Pero yo le dije que no me interesa la fama, sino ella. ¿Ese “como a todos” a qué ha venido?

—Es sólo que…

—No soy el primero, ¿verdad?

—Ya sabe que los contratos son confidenciales.

—¿Cuántos han firmado un contrato como el mío?

—Como digo, no puedo darle cifras.

—O sea, que hay “cifras” que dar.

—No quiero desanimarle. Romper el contrato ahora sería muy costoso para usted, pero, ¿me permite serle sincero?

—Es precisamente lo que estoy esperando.

—No estoy de acuerdo en ciertos aspectos de la política comercial de la empresa; y creo que necesitan más información y más tiempo de reflexión antes de firmar sus contratos. Es ridículo que antes de que decidiera meterse en una cámara criónica no le hayan dicho si tenemos ahí abajo a más personas esperando a que uno de estos siglos Eva Moon les elija. Pensaba que al visitar la planta de las estrellas y explicarle el funcionamiento de la empresa entendería para quién trabaja Eva Moon y por qué.

—¿Me está diciendo que es todo un montaje?¿Que su obra es sólo un anuncio muy elaborado de CrioLive?¿Que Eva Moon es una farsante y lo hace solo por dinero?

—Yo no he dicho eso. En mi opinión hay mil y una razones para usar los servicios de CrioLive, pero esto…

—Esto es de chiflados, ¿verdad? No entiende cómo alguien puede hacer una cosa así por amor.

—Por amor sí lo entendería.

—Claro, es usted un hombre casado. El único amor que entiende es el que tiene por su familia. A los casados se os ha olvidado ya lo que erais capaces de hacer para alcanzar ese amor que ahora tenéis. Claro que lo hago por amor. Por el amor que no tengo. De modo que tráteme como lo que soy, alguien que anhela estar completo. Alguien que busca el amor. Y sí, me encantaría que ese amor fuera Eva Moon, y no pierdo nada por esperar cien o diez mil años. Mi mujer y mis hijos no me esperan en casa. Así que no me trate como a un estúpido que no sabe lo que quiere.

—No le considero un estúpido. De hecho, hay algo que sí le puedo decir respecto al tema de Eva Moon. Es usted el primero que pregunta si es el primero.

—Pues más a mi favor, eso no deja muy bien al resto de pretendientes, ¿no cree? Acérqueme usted esa tableta, voy a firmar también por la inversión, y no se le ocurra poner en duda mi decisión cuando vea el ingreso. No es un error, ni el disparate de un loco. Lo que quiero invertir lleva exactamente ese número de ceros a la derecha.