Nostalgia treinteañera: Descubriendo los ordenadores e Internet

Acabo de terminar de ver por tercera o cuarta vez una de mis series de cabecera, Halt and Catch Fire, y me ha dado un ataque de nostalgia informática. Me he puesto a pensar en esos tiempos, unos 25 años atrás, en los que empecé a tener contacto con los ordenadores, y con ese mundo de posibilidades que se puso ante mis ojos con la llegada de las primeras conexiones a Internet en el hogar. Esta ha sido mi pequeña gran historia.

Primeros vicios con el ZX Spectrum.

Oficialmente, el ZX Spectrum es el primer ordenador que cayó en mis manos. Yo era todavía un chaval. Mi padre tenía uno con el que le gustaba trastear y, cuando lo descubrí, rápidamente entendí que iba a a ser una fuente inagotable de horas de vicio a los videojuegos. Recuerdo que los programas se cargaban utilizando cintas de casete, a través de un magnetófono que se conectaba al propio ordenador (versiones posteriores lo llevaban integrado).

Este ZX Spectrum es el modelo que yo tenía

Y una vez que le dabas al play para cargar el juego de turno, comenzaba el sonido infernal y, si el juego ocupaba mucho, te daba tiempo a merendar o a darte una vuelta. Había infinidad de juegos, pero el que siempre recuerdo es el mítico Daley Thomson’s Supertest, típico juego de pruebas deportivas de pulsar un par de teclas como un loco para saltar, pedalear o remar lo más rápido posible. Toda una generación destrozándose los dedos con este juego, seguro. ¿Internet? Por entonces no sabía ni lo que era.

Un clasicazo cargando. Piiiiiiiiiiii

Primer ordenador clónico con Windows 98.

Años después del ZX Spectrum, un buen día mis padres decidieron comprar un ordenador clónico con su disquetera de 3.5 pulgadas y, ojo cuidao, CD-ROM. Después de un tiempo jugando con un 486 con discos de 5 ¼ pulgadas en casa de algún amigo, esta adquisición supuso un día grande en mi vida. El salto cualitativo a nivel de videojuegos fue notable. En mi caso, recuerdo que fue la época de títulos como FIFA, Resident Evil, Age of Empires, Broken Sword o Grim Fandango. Era muy fan de las aventuras gráficas y el survival horror. De igual forma, por entonces se acabó el buscar durante horas en los libracos de la enciclopedia: eran los tiempos de la mítica Encarta.

Unidad de discos ZIP de Iomega

Creo recordar que el disco duro de este primer clónico sería de unos 4GB, que para entonces era una auténtica locura. Con respecto al almacenamiento externo, para no acumular cajones enteros de discos de 3.5 pulgadas compramos una grabadora de CDs y una unidad ZIP de Iomega que utilizaba discos de 100MB. Esto arregló en parte el problema de almacenamiento y backup, aunque es verdad que el coste de los CDs grabables y, sobre todo, los ZIP, suponía un gasto adicional a tener en cuenta. Eran tiempos en los que el espacio de almacenamiento era una limitación a la hora de acumular documentos, imágenes o vídeos. Más aún teniendo en cuenta la aparición de las conexiones a Internet domésticas. Y el almacenamiento en la nube aún quedaba lejos.

Conexión a Internet y la locura de las primeras descargas.

Ya con nuestro primer ordenador de sobremesa en casa, la primera conexión a Internet no se hizo esperar. Eran los tiempos de los módems a 56Kb y la tarifa plana de Terra o similares. Toda una generación recordará el ritual para establecer una conexión a Internet con estos aparatos, con ese sonido estridente tan característico que anunciaba que la casa entera se iba a quedar sin teléfono. Ocasionalmente, también se te podía cortar la conexión si alguien llamaba. Aun así, qué maravilla descubrir el correo web para iniciar discusiones interminables y mandarse chorradas. Era el Whatsapp de aquella época.

Napster revolucionó el mundo de las descargas con redes peer-to-peer

Además, con esta conexión, aunque muy lenta, comenzó la locura de las primeras descargas y la mensajería instantánea con los amigos. Podías bajarte un archivo de 5 míseros MB en, con suerte, algo más de 15 minutos. Lo sé, duele solo pensarlo. Eran los tiempos de Napster, Kazaa, Messenger o ICQ. Mi habitación se convirtió en un locutorio en el que toda la familia se turnaba para utilizar esa nueva ventana al ciberespacio. Ya no hacía falta llamar por teléfono o telefonillo para quedar con los amigos. Ahora chateábamos e incluso enviábamos SMS desde algún portal de Internet o programa descargable (AzraSMS, WinSMS y similares). Toda una modernidad para una época en la que el fenómeno de las redes sociales todavía no había explotado y los teléfonos móviles estaban dando sus primeros pasos.

Teléfono e Internet al mismo tiempo.

Como comentaba antes, la principal limitación de las primeras conexiones para el hogar era la necesidad de compartir teléfono e Internet en una sola línea telefónica. Esto cambió con la aparición de las primeras líneas RDSI, que permitían llamadas telefónicas y conexión a Internet de 64Kb de manera simultánea. Tengo que decir que, el día que pusieron la RDSI en mi casa, fue otro hito importante en mi existencia, y el nivel de estrés familiar («¿podéis dejar la línea libre que tengo que llamar?», «ya me ha cortado la descarga la maldita llamada, ¡y llevaba una hora!») descendió notablemente.

Línea RSDI al rescate: teléfono e Internet al mismo tiempo

A pesar de ser una conexión todavía bastante lenta, el paso de 56Kb a 64Kb daba unos Kbs adicionales en la velocidad de descarga, y durante un tiempo dividió muchos hogares entre conexiones de 56Kb (los lentorros) y los de 64Kb (pensamos que ahora vamos en avión, pero seguimos siendo unos lentorros). Sin embargo, cualquier aficionado a Napster y similares, sabía que lo mejor estaba por venir cuando veía usuarios, mayoritariamente de países como Estados Unidos, con conexiones de 128Kb, 256Kb e incluso 1Mb, que eran auténticos bicharracos para la época.

Descubriendo Linux y primeras líneas ADSL: empezamos a despegar.

Al poco de comenzar mis estudios en la universidad, me adentré en el mundo de Linux, el cuál utilizaba ampliamente en la mayoría de mis clases de laboratorio. Decidí instalármelo en el clónico que tenía en casa en una partición junto al típico Windows de turno, que usaba el resto de la familia. RedHat fue la primera distribución con la que experimenté, y recuerdo que la primera versión que me instalé fue a partir de una pila de disquetes de 3.5 pulgadas que me dejó algún compañero de clase. Fueron para mí tiempos de tuning (no era tan fácil poner un Linux a funcionar como lo es ahora) y de comienzo con la programación en C. Pero a pesar de todas las dificultades iniciales, lo mío con Linux fue amor a primera vista. Un amor que todavía perdura.

RedHat, mi primera distribución Linux

Una vez solventado el problema de compatibilizar teléfono e Internet en las casas, lo siguiente era aumentar el ancho de banda, lo cuál llegaría con las primeras líneas ADSL domésticas. No recuerdo exactamente, pero creo que la primera que llegamos a tener en casa ya llegaba a 1Mb para la bajada, lo cuál empezaba a ser algo decente. Eran tiempos donde algunos de los servicios de streaming y almacenamiento en la nube más populares empezaban a asomar la cabeza (Youtube, Dropbox o Spotify, entre otros).

Independecia computacional: mi primer portátil

Las posibilidades de interacción con los ordenadores crecía y crecía, y eso que en la universidad ya había dejado de lado los videojuegos. Me apetecía tener una máquina dedicada para mí, y esto fue posible con mis dos primeros sueldos. Otro gran milestone en mi vida informática. Aún vivía en casa de mis padres y me permitió tener completa disponibilidad de Internet. La torre clónica de sobremesa quedaba para uso y disfrute del resto de la familia. El Windows XP que traía el portátil que me compré duró menos que un caramelo a la puerta del colegio. Lo primero que hice fue instalarle encima la que hasta hoy es mi distribución Linux de preferencia: Ubuntu.

Mi primer portátil. Un Compaq muy majete

Recuerdo que era la época en la que la explosión de series que venían de Estados Unidos era ya imparable. En España, en aquel entonces eran los años de Canal+, Via Digital, y más tarde, Canal Satélite. La televisión de pago estaba al alcance de pocos todavía. En aquél tiempo, comenzaba la proliferación de páginas web de dudosa legalidad con videos de series y películas. Además, el torrent se asentaba como medio favorito para la compartición de archivos, reviviendo la estrategia peer-to-peer ya utilizada en el pasado por Napster y similares. Los servicios de streaming de pago tipo Netflix en España eran todavía una entelequia.

Mejora de portátil y más capacidad de almacenamiento.

La experiencia con mi primer portátil fue bastante buena, aunque era todavía mejorable. No recuerdo exactamente, pero tampoco tenía unas especificaciones increíbles, y el almacenamiento de disco seguía siendo un problema. Recuerdo que en aquella época me compré mi primer disco USB, con 1TB de capacidad (aún lo conservo, más de 10 años después). Calculo que unos 7-8 años después de mi primer portátil, decidí cambiarlo por otro gama media del momento. Creo que hablamos de algo así como 1.6 GHz de procesador, 2GB de RAM y 1TB de disco duro (aún HDD). El salto de calidad fue importante, especialmente a nivel de disco duro. Se acabó el almacenamiento extraíble adicional. La nube y mi disco duro eran más que suficientes.

Mark Zuckerberg, fundador de Facebook

Para entonces ya vivía por mi cuenta, y las nuevas líneas domésticas eran ADSL de hasta 20Mb para la bajada. Esto permitía la descarga de grandes archivos en un tiempo medio razonable, pero era todavía insuficiente para la nueva era de streaming que se venía encima. Eran todavía tiempos más de redes sociales tipo Facebook o LinkedIn. El comercio electrónico seguía en permanente crecimiento, sobre todo de la mano de Amazon. Y servicios como Youtube continuaban ganando más y más relevancia, exponiendo de forma muy clara las posibilidades del streaming de contenidos.

Mi portátil actual y mi primera conexión de fibra óptica: ahora sí que sí.

Otros 7-8 años después, decidí cambiar al que es actualmente mi portátil de uso personal, adquirido hace un mes. Es un Intel Core i5 con 8GB de RAM y 512GB de SDD. Nada extratosférico para lo que se ve por ahí actualmente, pero yo siempre tiro a gama medía. Verdaderamente, no necesito más en casa. El cambio con respecto al anterior es sustancial: es un auténtico avión. Increíble la mejora que traen los discos sólidos. ¡Vaya velocidad de arranque! Ya os podéis imaginar el cambio en tecnología que suelo experimentar al cambiar de portátil cada 7-8 años. La famosa Ley de Moore es implacable.

El número de transistores en los procesadores se duplica cada dos años

Es también muy recientemente que adquirí mi primera conexión de fibra óptica, de unos 300Mb (hará escasos seis meses). Y esto si que ya es tela marinera. Proporcionando un gran ancho de banda simétrico (no solo de bajada, a diferencia de las ADSL), está claro que es la conexión necesaria para esta era del teletrabajo y de servicios como Netflix, Amazon, Zoom o Twitch, todos ellos relacionados con el streaming de video de alta calidad. Estoy seguro de que hay algo más a la vuelta de la esquina (en tecnología siempre lo hay) pero, ahora mismo, sin duda siento que, desde el punto de vista tecnológico, estamos despegando hacia lugares incluso más increíbles de los que ya hemos alcanzado. Esto sólo acaba de empezar.

2 comentarios sobre “Nostalgia treinteañera: Descubriendo los ordenadores e Internet

  1. Casi se me salta alguna lagrimilla 😀 Menudo viaje mental en el tiempo reviviendo todas y cada una de las cosas que has mencionado en el post.

    Yo no tuve la suerte de tener un Spectrum, mi primero ordenador ya fue un Pentium MMX, llegué algo tarde pero no por ello no me pasaba las tardes en casa de mis vecinos los primeros años en ese Spectrum que mencionabas con juegazos como Saboteur (nunca olvidará ese ninja pixelado) y más adelante en el 486 a todas esas aventuras gráficas legendarias que todavía disfruto re-jugándolas de vez en cuando y tardes interminables de merienda y ligas y ligas de Pc Fútbol (grande Michael Robinson allá donde estés!) con los amigos fichando a Van Basten o Shearer para el Recreativo de Huelva después de ascender y disputar la Champions con los grandes.

    Tambíen he recordado todos esos archivadores de disquetes o esas torres interminables de CDs quemados por el Nero. Esos pirateos de juegos cuando de niños no nos daba para comprar todos esos juegos que queríamos probar con los míticos CD MIX 7, 8, Nuclear, etc.

    Mención especial en todos esos programas P2P y que no aparece en el artículo merece el eMule. No he tenido tantas películas encoladas para descargar en mi vida jajja ahí, aunque no quisiearas descubrías el porno cuando intentabas bajarte la última peli de moda en cartelera en un lamentable screener donde hay veces que hasta veías a la gente comiendo las palomitas.

    Y me dejo mil cosas en el tintero, esto se resuelve con unas cervezas contando batallitas de la época o con un Twitch rivalizando con Ibai, Cristinini o Mr. Lobo y desempolvando grandes títulos que nos mantuvieron horas y horas delante de las pantallas.

    Vivencias increibles que no olvidaremos nunca y que forjaron como los ‘frikis’ que somos ahora 😀

    ¡Congratz por el post!

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