En la planta de una pensión de mala muerte en el barrio de la Cruz del Señor en Santa Cruz de Tenerife no existía control alguno. “Las habitaciones del primer y el segundo piso constan en el libro de registro, pero de las del tercero —donde indigentes, drogadictos, prostitutas y gente de mal vivir campaban a sus anchas— apenas hay anotaciones”. Todas las pesquisas en relación con la desaparición de una mujer en junio de 2009 y con la muerte de un hombre que iba en silla de ruedas en enero de 2010 llevaban a la habitación 306 de ese hostal.
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