Coplas por la muerte de su padre

I Recuerde el alma dormida,

avive el seso y despierte

contemplando

cómo se pasa la vida,

cómo se viene la muerte

tan callando,   

cuán presto se va el placer,

cómo, después de acordado,

da dolor;

cómo, a nuestro parecer,

cualquiera tiempo pasado

fue mejor.

II Pues si vemos lo presente

cómo en un punto se es ido

y acabado,

si juzgamos sabiamente,

daremos lo no venido

por pasado.  

No se engañe nadie, no,

pensando que ha de durar

lo que espera

mas que duró lo que vio,

pues que todo ha de pasar

por tal manera.

III Nuestras vidas son los ríos

que van a dar en la mar,

que es el morir,

allí van los señoríos

derechos a se acabar

y consumir;

   allí los ríos caudales,

allí los otros medianos

y más chicos,

y llegados, son iguales

los que viven por sus manos

y los ricos.

IV Dejo las invocaciones

de los famosos poetas

y oradores;

no curo de sus ficciones,

que traen yerbas secretas

sus sabores;

A Aquel solo me encomiendo

Aquel sólo invoco yo

de verdad,

que en este mundo viviendo

el mundo no conoció

su deidad

V Este mundo es el camino

para el otro, que es morada

sin pesar;

mas cumple tener buen tino

para andar esta jornada

sin errar.

   Partimos cuando nacemos

andamos mientras vivimos,

y llegamos

al tiempo que fenecemos;

así que cuando morimos

descansamos.

VI Este mundo bueno fue

si bien usásemos dél

como debemos,

porque, según nuestra fe,

es para ganar aquel

que atendemos.

   Aun aquel Hijo de Dios,

para subirnos al cielo,

descendió

a nacer acá entre nos,

y a morir en este suelo

do murió.

VII Ved de cuán poco valor

son las cosas tras que andamos

y corremos,

que, en este mundo traidor

aun primero que miramos

las perdemos:

   de ellas deshace la edad,

de ellas casos desastrados

que acaecen,

de ellas, por su calidad,

en los más altos estados

desfallecen.

Jorge Manrique