El demonio de las contrapartidas

Cuando la gente lo pasa mal hay que ayudar: me parece básico. ¿Pero por qué escucho tantas opiniones contrarias a que se exija una contrapartida a esas ayudas? La verdad es que resulta preocupante y desvela un concepto de lo publico muy peligroso.

El verdadero concepto de sociedad pasa porque todos reciben de la sociedad lo necesario, y todos aportan lo que pueden. ¿Por qué nos negamos a pedir esa aportación? ¿Damos por hecho que es gente a la que se ayuda no tiene nada que aportar?

Podría decirse que parte de la población y de la clase política siguen ancladas en la idea de que el dinero público no es de nadie y que no hay por qué pedir nada a cambio a quien lo recibe. Y semejante idea es mortal.

Si alguien necesita ayuda, se le ayuda, pero hay que pedirle a cambio algún servicio a al sociedad. ¿O es que ya está todo hecho?, ¿O es que no necesitamos nada? ¿O es que vamos tan sobrados que nos podemos permitir dar dinero a la gente para que se quede en su casa o se meta en la economía sumergida?

No se puede dejar a NADIE en la estacada, pero tampoco se pueden desperdiciar manos y mentes. Los que piden ayuda no son unos inútiles: saben hacer cosas para todos, pueden hacer cosas pata todos y deben hacer cosas para todos, para esa sociedad que les ayuda. Recibir de lo común sin querer entregar lo que te corresponde es la base del fraude, ¿verdad? Pues no profundicemos en el fraude.

¿De dónde procede la negativa a exigir contrapartidas a la ayuda social? Pues a mi entender de dos cosas:

-De que las ayudas son en realidad un modo de comprar votos, y si los que las reciben tienen que trabajar a cambio ya no van a estar tan agradecidos al que se las concede.

-De la hidalga idea de que trabajar es asqueroso e in moral siempre que se pueda sacar algo a los demás sin hacer nada. Algo tan viejo y tan clásico como la novela picaresca.

De veras: no podemos vender por ahí fuera que necesitamos ayuda para la gente mientras no pidamos una contrapartida por las ayudas. Pagar por ser pobre y no hacer nada es sólo una invitación a ser pobre y no hacer nada. Un incentivo perverso.