¿Mienten las agencias de verificación de bulos?

Desde hace unos años han proliferado por la red los llamados fact-checkers, agencias de verificación cuya misión es detectar bulos, noticias falsas o erróneas en la red y los medios de comunicación. En España los más conocidos son Newtral y Maldita. Nadie pone en tela de juicio la labor positiva que pueden llegar a tener estas webs ante la oleada de bulos con los que nos encontramos a diario; sin embargo, la pregunta que nos hacemos aquí es: ¿Tienen estas agencias también sus propios sesgos?

Del arte del mentir

La verdad no es más que la última mentira considerada verdadera. Óscar Wilde.

Las agencias de verificación están formadas por personas, y estas, por definición, tienen creencias, miedos, opiniones, anhelos… que, entre otras razones, dan lugar a los llamados “sesgos”. Por lo tanto, podemos afirmar que no existe la neutralidad, la objetividad, porque nosotros no vemos el mundo tal y como es, sino tal y como nos permite nuestra mente verlo (cada uno con la suya propia). En nosotros la “cosa” se transforma en un hecho mental y el hecho mental no es la “cosa”. Los seres humanos somos inherentemente subjetivos. La neutralidad y la objetividad son ideales que uno aspira a alcanzar, pero que nunca se alcanzan. El nombre de la agencia Newtral es una contradicción, porque venderse como “neutral” contiene en sí mismo una perversión: se da la paradoja de que aquel que te dice que es “neutral” te está mintiendo. Así, podríamos formular el siguiente acertijo: ¿Quién manipula más, el que te dice que su información es subjetiva o el que te dice que su información es objetiva?

Ahora bien, con esto no trato de decir que toda la información a la que nos vemos expuestos sea de igual calidad. Tanto el periodista, como el investigador, como el político… deberán controlar el arte del autoengaño (el más común de los engaños) que conduce a la creación de sesgos. El peor informador será siempre aquel que se deje llevar por ellos consciente o inconscientemente. El informador ha de tener como horizonte la objetividad, la neutralidad, a pesar de que sepa que nunca llegará a alcanzarla al cien por cien.

En su libro El arte de mentirse a sí mismo y mentir a los demás, el profesor Nardone analiza varios tipos de mentiras que existen:

1.     Mentirse a uno mismo

Una de las primeras fuentes de engaño que existen es la memoria. Cuenta el profesor Nardone al respecto:

En el ámbito cognitivo, el primer aspecto del mentirse a sí mismo atañe a la memoria, que, como dice uno de los pioneros de la neurociencia, Gazzaniga (1998), «la mayoría de las veces nos cuenta una sarta de mentiras sobre nuestro pasado». Esta afirmación sorprendente, que suprime de raíz la idea de que el pensamiento es la guía más fiable para el ser humano, se apoya en un buen número de investigaciones que muestran que la reconstrucción de nuestras vivencias y nuestras experiencias a través de la memoria resulta distorsionada o construida por una serie de factores: el estado emocional del sujeto, sus creencias y sus dinámicas relacionales (Loftus, 1993; Loftus, 2002; Mecacci, 2001).

Es por ello que el profesor razona que si nuestra memoria miente, entonces es inevitable que nosotros nos mintamos constantemente a nosotros mismos, pues, al fin y al cabo, somos nuestra memoria.

Otra forma de automentira, que suele suceder con frecuencia en la investigación, es el “efecto halo”:

El entusiasmo, la convicción respecto de algunas ideas y proyectos o la tendencia al descubrimiento conducen a menudo al científico a ver y comprobar efectos en su investigación cuyo artífice principal es él mismo. 
El autoengaño cuyo artífice y víctima es el investigador consiste en querer ver la realidad de acuerdo con las propias creencias, traduciéndola a una constatación empírica. Se calcula que un buen porcentaje de los llamados descubrimientos científicos son consecuencia de esta dinámica del mentirse a sí mismo.

Así, concluye Nardone:

Si esta distorsión de la realidad sucede en un investigador experimentado en la práctica de rigurosos procedimientos de estudio, cuesta poco imaginar lo que puede suceder al individuo común en su interacción con el mundo.

Otro autoengaño muy frecuente es el definido por Festinger como “reducción de la disonancia cognitiva y emocional”:

El individuo efectúa una elección e inmediatamente después comienza a buscar las pruebas que confirman su eficacia y validez, llegando incluso a inventarlas cuando no consigue encontrarlas.

Otro es el fenómeno del “avestruz que oculta la cabeza en la arena”:

Cuando la necesidad de salvaguardar la estabilidad emocional predomina sobre las formas funcionales de interactuar con la realidad, el autoengaño se vuelve trágicamente perjudicial. Pensemos, por ejemplo, en cómo un padre es siempre el último en enterarse de que el hijo toma drogas o se ha complicado la vida con actos delictivos.

2.     Mentir a los demás

Uno de los tipos de mentiras más comunes es la negación de la evidencia:

En 1930 en uno de los más importantes congresos de física, donde la comunidad científica vinculada al positivismo de Hilbert se negó a aceptar la validez de las teorías de Einstein y de Heisenberg, por más que estuvieran corroboradas mediante pruebas irrefutables. Se cuenta que Planck convocó en una especie de camera caritatis a los dos científicos para tratar de consolarlos, diciéndoles que sus teorías llegarían mucho más allá que la vida de los colegas que las rechazaban, y que encontrarían plena aplicación y reconocimiento solo tras la desaparición de aquella generación de físicos, tan vinculados a sus precedentes teorías que podían resistir a toda forma de cambio, negando incluso aquello que ya había quedado demostrado.

 Otra, la que a mi juicio es una de las más utilizadas por los medios de comunicación (incluidos los fack-checkers), es la omisión de información:

Pensemos en el mundo de la información y en los casos en que se oculta al público la versión completa de los hechos, desinformando y orientando hacia determinadas posiciones, o bien cuando el investigador omite los datos que hacen falsas sus teorías o las compañías farmacéuticas ocultan las investigaciones que demuestran los efectos colaterales peligrosos de fármacos que están ya en el mercado, o, finalmente, cuando el político omite abordar las cuestiones incómodas destacando solo las que le aportan algún beneficio. La omisión puede tener efectos benéficos solo dentro de las relaciones íntimas; cuando se utiliza en la comunicación de masas, se convierte en desinformación deliberada, una técnica elemental, pero tan eficaz que es aplicada con éxito por todos los grandes embaucadores de masas de la historia. Omitir, en realidad, es manipular la información en beneficio de uno mismo: por desgracia, como en el caso de la negación de las evidencias, el que mantiene una orientación ideológica acepta de buen grado esa manipulación cuando es en beneficio de su causa. El ejemplo quizá más descorazonador lo tenemos en los libros de historia, que por definición son considerados del todo fiables pero, como sabemos, la historia cambia según quien la cuenta. Los historiadores no están exentos de ideologías, incluso la mayoría de las veces son expresión de ellas, y así tenemos diferentes historias de los mismos acontecimientos. También en este caso la técnica elegida es la omisión de los hechos incómodos y la exaltación de los que son favorables.

Otra es la censura:

Con demasiada frecuencia no se tiene en cuenta su presencia y su poder en ámbitos no sospechosos por definición, como por ejemplo el de la ciencia. La censura —como instrumento de esponsorización de lo que es beneficioso y negación de lo que es incómodo— existe desde los albores del conocimiento. En filosofía, Platón y Aristóteles censuraron la sabiduría helénica anterior, por ser resultado del éxito del pensar y del actuar sofista, mal visto por ellos y criticado como práctica retórica deshonesta y fraudulenta. Todos los escritos de los sofistas fueron condenados por impiedad y destruidos en nombre de la Verdad filosófica y religiosa que se estaba afirmando. Durante muchos siglos, la ciencia oficial, por respeto a las religiones con la que iba del brazo por razones obvias de supervivencia, ha censurado todo lo que podía entrar en conflicto con la fe. Después de la revolución de la Ilustración, la ciencia se ha convertido en el dogma que ha provocado la depuración de todo lo que la contradecía y que iba más allá de los límites impuestos. Luego, el positivismo, que, como ya hemos comentado, ha hecho de nuevo acto de presencia en los últimos años, ha excluido del método todo lo que no podía ser «observado objetivamente». Por último, «el operacionalismo cuantitativo» típico de una determinada cultura anglosajona, mucho más utilitarista que rigurosamente científica, ha constituido el dominio de la «estadistización» de la investigación, según la cual cualquier estudio, innovador, fútil o esclarecedor, no puede ser considerado tal si no recurre a algún cálculo estadístico elaborado.

Otra es la desinformación:

Desde el punto de vista retórico, la desinformación puede ser considerada una forma de mistificación deliberada o de distorsión de la información con el objetivo de persuadir al interlocutor de la bondad de una tesis ventajosa. (…) Entre los usuarios modernos de esta estrategia comunicativa no podemos olvidar el gran numero de periódicos que dependen de poderes más o menos fuertes.

Otra es la construcción de pruebas de algo que produce ventajas:

…conviene saber que más del 90% de las investigaciones que en los últimos treinta años han llevado a la formulación de la nosografía psiquiátrica ha sido financiado por las firmas farmacéuticas. Ni al más ingenuo de nosotros puede dejar de parecerle obvio el conflicto de intereses: se crea una enfermedad para la que ya está dispuesta la medicina.
Parece evidente que con mucha frecuencia el poder económico influye profundamente en el mundo científico, vehiculando la investigación y la promoción de la validez de los resultados.

Otra es el mentir consolatorio:

…el amigo que nos escucha, nos da la razón y nos apoya, aunque esté convencido de que estamos equivocados; la hermana que arremete hablando contra la pareja que nos ha dejado, acusándola de todas las culpas para mostrarse aliada nuestra; la madre que le dice al hijo: «Has hecho todo lo que has podido, no es culpa tuya que no lo hayas conseguido», sabiendo perfectamente que el niño ha cometido errores; el padre que dice a su hijo después de fallar este un penalti: «Ha sido mala suerte».

Otra es el mentir educativo:

Un buen experimento social realizado hace algunas décadas por el psicólogo Gutrie (Nash, 1970) puede constituir una excelente demostración de lo dicho. Gutrie asignó cierta tarea a unos muchachos de una clase de enseñanza media: hacer diariamente valoraciones estéticas positivas acerca de una muchacha tímida, desmañada y feílla. El efecto de este mentir benévolo fue que, en unas pocas semanas, la compañera se convirtió en una niña simpática y de aspecto más cuidado. Este cambio continuó durante los meses siguientes: la muchacha también mejoró en su rendimiento académico gracias a una mayor autoestima.

Otra es el mentir terapéutico. Recordemos aquella paradoja de que, si el médico, cuando le toma la tensión al paciente ansioso, le dice que la tiene alta, esta le sube, si le dice que la tiene bien, esta le baja. En su obra San Manuel bueno, mártir, Unamuno plantea el dilema de un párroco que, en el fondo, no es creyente, pero finge creer porque piensa que eso es bueno para el pueblo. Quizás también, a este tipo de mentira podría sumarse el mentir político: oí en una ocasión que, en un texto que alguien redactó años después de la pandemia de 1918 sobre qué habían aprendido de ella, uno de los primeros puntos era “no te fíes de lo que te dice el Gobierno”, debido a que este va a tener tendencia a controlar la información que llega a los ciudadanos para querer controlar el pánico social y autoprotegerse en la gestión de la pandemia. A este respecto, Gustavo Bueno decía que los ciudadanos, en el fondo, lo que quieren es que los políticos les mientan, pero que les mientan bien, siendo así el problema no tanto la mentira, sino los malos mentirosos.  

Por último, el mezclar verdad y falsedad:

Otra prerrogativa narrativa de la estructura del mentir con eficacia consiste en presentar historias que integren lo verdadero con lo falso, fusionando trozos de realidad comprobables con otros completamente falseados, o hasta inventados ad hoc. De este modo, la verdad contagia la falsedad haciéndola creíble. Si yo cuento una serie de hechos documentados mezclados con otros inventados, estos últimos parecerán más creíbles y será más difícil poder desenmascararlos.

Newtral y Maldita

Antes de nada, para ser congruente con todo lo anterior, me veo obligado a decir que no te creas nada de lo que yo te cuente porque yo te lo cuento. Yo también tengo mis propios sesgos. El problema de ello suele ser que no nos damos cuenta. Así que verifica por ti mismo si las cosas que cuento tienen o no sentido para ti. Saca tú tus propias conclusiones y fórmate tu propio criterio.

Como decía Nietzsche: “en lo absoluto está la patología”, por ello, antes de empezar a analizar de manera crítica a Newtral y Maldita, y para ser justos, me gustaría recordar lo que dije al principio: no creo que sean, por defecto, malas páginas webs. Me parece que muchas veces cumplen una función interesante en la sociedad; sin embargo, no por ello significa que estas agencias de verificación no estén sujetas a intereses, sesgos, errores y manipulaciones. Estas últimas, normalmente, suelen ser formas sutiles, no-burdas, por ejemplo, la anteriormente citada “mentira por omisión”. Pero antes de entrar a ejemplos concretos, vamos a ver quién están detrás de estas webs:

Maldita y Newtral están unidas de forma clara a la Sexta. La primera de ellas fue creada por Clara Jiménez y Julio Montes, ambos periodistas que trabajaron 9 o 10 años en la cadena mencionada. La segunda, fue creada por la periodista Ana Pastor, que todos conocemos por presentar el programa El objetivo de la misma cadena, y por ser la esposa de Antonio García Ferreras, director y presentador de Al rojo vivo y miembro de la directiva de Atresmedia. Con respecto a Maldita, recordar que, antes de convertirse en web, su sección Maldita hemeroteca ya formaba parte del programa El objetivo de Ana Pastor. Por tanto, la relación entre La sexta y ambas agencias es clara.

Por su parte, Newtral, fundada por Ana Pastor, tiene como CEO de la empresa a su hermano Tomás Pastor, los cuales, a su vez, son hermanos de Mercedes Pastor, que es la actual directora de Comunicación del Ministerio de Sanidad y fue directora de Comunicación del Secretario General del PSOE de Madrid, como Portavoz del Grupo Parlamentario en la Asamblea de Madrid entre 2011-2015. Por otro lado, el director de contenidos es Joaquín Ortega que fue, con el PSOE, asesor de Planificación del Ministerio de Industria, Turismo y Comercio de abril de 2008 a diciembre de 2011.

Por tanto, como podemos ver, no es que lo anterior sea una prueba irrefutable de que estas agencias tienen intereses ideológicos, pero sí que trato de mostrar que las personas que allí trabajan tienen (o han tenido) vínculos con partidos o televisiones que están orientadas (más o menos) hacia un lado del tablero político. Y esto, insisto, no es prueba de por sí de que las agencias tengan sesgos por el hecho de las vinculaciones de sus miembros, pero sí que es motivo de sospecha, o, dicho de otro modo, nos hace entender las orientaciones ideológicas de las que parten las personas que gestionan estas agencias. Como dijimos, tu orientación ideológica, tus creencias, tus opiniones… serán el fundamento de tus sesgos y, como también dijimos, nadie está libre de cometerlos. De hecho, como el mismo Ferreras decía en una entrevista en la cadena Cope (min. 3:12):

Nosotros hacemos una televisión de centro-izquierda, o de izquierdas, o progresista. Yo no voy a engañarle a la gente. No le voy a decir: soy neutral, soy objetivo. No, soy rigurosamente honesto y rigurosamente subjetivo.

Le honra este comentario a Ferreras. Sin embargo, esta honestidad no puede permitírsela Maldita o Newtral, porque ellos sí se presentan como neutrales, pero, como dijimos, no puedes ser neutral porque las personas no lo somos (y mucho menos cuando de asuntos políticos se trata, y mucho menos todavía cuando tus vinculaciones son claramente de medios y partidos políticos afines al PSOE).

Sesgos de Newtral

Gracias al siguiente vídeo de Experto en Igualdad, vamos a comprobar si estas vinculaciones que Newtral tiene con el PSOE pueden estar influyendo o no a la hora de verificar bulos: Pablo Haro Urquizar ha hecho un estudio al respecto: ha analizado todos los tweets de Newtral sobre partidos políticos de 2018. Lo que encontró es que el PSOE es el partido del que han desmentido menos bulos:

 

Dice Pablo:

Ahora vamos a analizar el porcentaje de verdaderos con respecto al porcentaje de tuits sobre ese partido. El ratio de tuits verdaderos dividido entre número de tuits en total debería ser cercano a uno para una muestra neutral, cuanto más supere el 1 más sobrerrepesentado está, cuanto más se aleje del uno más infrarepresentado está. Este es el resultado:
PSOE = (9/22)/(21/93)
PP = (6/22)/(37/93)
CS = (2/22)/(8/93)
Podemos = (3/22)/(10/93)
Vox = (2/22)/(14/93)

Ahora vamos con los falsos. Número de falsos de cada partido:

Lo mismo pero en porcentaje:

Como dije antes, el ratio de tuits falsos dividido entre número de tuits en total  debería ser cercano a uno para una muestra neutral, cuanto más supere el 1 más sobrerrepesentado está, cuanto más se aleje del uno más infrarepresentado está.

Concluye el autor:

¿Quiero decir esto que mienten más los de la derecha que los de la izquierda? No, todos mienten, el caso es que cuando miente la derecha no les dejan pasar ni una, cuando miente la izquierda a veces lo dejan pasar.

Newtral y Maldita no verifican el extendidísimo bulo del 80% de la prostitución es trata.

Como demostré en mi artículo, que llegó a portada de esta web, es una completa mentira que el 80% de la prostitución en España sea trata. Si clickáis en este link veréis que si ponéis en Google “el 80% de la prostitución es trata” los resultados que salen nos enlazarán a multitud de medios de comunicación que nos repiten este mantra hasta la saciedad. Curiosamente, uno de los links que figuran en la primera página es de la web Maldita. En él le hacen una pregunta:

¿Es cierto que el 80% de quienes ejercen la prostitución en España lo hacen contra su voluntad?
Hay varios articulos citando un estudio de la ONG Onesvad que dice textualmente "el 80% de quienes ejercen la prostitución en España lo hacen contra su voluntad". ¿Es eso cierto? El articulo en cuestion ha sido citado por diversos periodicos para dar ese dato. www.anesvad.org/es/actualidad/anesvad-trata-salud/

Vemos que la pregunta es del 24/08/2020 pero la web nos dice:

Contenido aún no verificado.

Lo cierto es que este es un bulo que lleva circulando desde hace muchísimos años, curioso es que todavía ni Newtral ni Maldita se hayan pronunciado sobre él. Pero supongo que tienen que verificar bulos más importantes como:

Nos preguntáis si la Unión Europea ha pedido que no se felicite la Navidad y se diga “felices fiestas” en su lugar.
Nos preguntáis por las luces de Navidad de Granada con forma de “cruz invertida”.
¿Qué sabemos sobre si este "Santa Claus" ha sido arrestado en Alemania por no llevar mascarilla? La policía asegura que le pidieron acompañar a los agentes por no identificarse durante una manifestación no comunicada
Nos preguntáis por el vídeo de una fiesta ‘queer’ en el colegio de la princesa Leonor
No, el sacerdote que se desmaya en este vídeo no ha muerto por la vacuna contra la COVID-19
No, este vídeo en el que una mujer supuestamente "amamanta" un gato de peluche en un avión no es real: es una parodia

Maldito bulo y la reducción de muertes de mujeres

En este artículo Bou analiza una mentira de Maldita que consiste en afirmar que las muertes de mujeres se han reducido con la LIVG:

Nos cuenta Bou:

El argumento de Maldito Bulo es sencillo: en 2004 hubo 72 mujeres asesinadas, y luego se aprobó la LIVG, y desde entonces la media ha estado por debajo de las 72. Por tanto las muertes se han reducido. ¿Verdad que es sencillo? El problema es que Maldito Bulo esconde datos; porque las mujeres asesinadas no empezaron a contabilizarse en 2004 sino en 1999, y la media de esos años no es de 72 sino de 60. Mientras que la media de los años posteriores a la LIVG es de 59.

Es decir: si contamos todos los datos oficiales de los que disponemos, hemos pasado de tener 60 muertas al año sin la LIVG a tener 59 muertas al año con la LIVG.

Bou continúa contándonos que el otro truco consiste en omitir una segunda información, y es que, durante el mismo periodo de tiempo, los homicidios, en general, bajaron de forma considerable:

Concretamente, la media durante los años anteriores a la LIVG fue de 432 homicidios al año. Y la media durante los años posteriores fue de 323.

Concluye Bou:

Pero Maldito Bulo no cuenta nada de todo esto; porque decir que las mujeres asesinadas han pasado de 72 a 59 mola más que decir la verdad: que han pasado de 60 a 59 en un país donde, mientras tanto, los homicidios generales bajaban casi un 25%.

 

Newtral e Íñigo Errejón

En este vídeo de Experto en Igualdad podemos observar cómo Newtral califica de falsa una declaración de Íñigo Errejón:

 

Lo más curioso de la historia es que, hace un año y pico antes, ellos mismos publicaron el mismo dato:

 

Maldita y Bou de nuevo

Si tuviéramos que mostrar las veces que Bou ha desmontado a Maldita o Newtral estaríamos aquí todo el día, pero citaré un último caso: El Pew Research Center realizó un estudio donde midió el grado de acoso que sufrían hombres y mujeres en la red.

El resultado fue:

el 44% de los hombres y el 38% de las mujeres estadounidenses recibieron acoso online durante 2017, y que ellos recibieron más unos tipos de acoso (insultos, humillaciones, amenazas y acoso mantenido en el tiempo) y ellas otros (hostigamiento y acoso sexual).
También dice que los motivos de ese acoso varían según el sexo; hombres y mujeres sufren acoso por su sexo y por sus ideas políticas, pero lo primero les sucede el doble a ellas (11% contra 5%) y lo segundo les sucede el doble a ellos (19% contra 10%). Pero en definitiva, ellos lo reciben un poco más.

Pero Maldita no presentó así la información, sino que, en palabras de Bou:

 Maldito Bulo se centra en que según Pew “las mujeres tienen el doble de probabilidades de decir que han sido atacadas como resultado de su género”. Pero omite la otra cara de esa moneda, que está en la frase siguiente del estudio de Pew: “pero los hombres tienen el doble de probabilidades de decir que han sido acosados por sus ideas políticas”. Y en su cuenta de Twitter (voilà) recorta el mensaje un poquito más y por el lugar correcto… y lo convierte en “las mujeres tienen el doble de probabilidades que los hombres a la hora de decir que han sido atacadas”.
Y así es como un fact checker revisa un estudio que dice que los hombres sufren más violencia online, y por arte de birli birloque, concluye que las mujeres sufren más violencia online.

Conclusión

Hasta aquí he analizado unas pocas noticias para no sobrecargar este artículo, pero en realidad hay muchísimas más, lo que pasa es que no es tan fácil detectarlas y encontrarlas. Si queréis saber más de estas manipulaciones de los fact-checkers, el vídeo anteriormente citado de Experto en Igualdad recoge unas cuantas más y una explicación más en detalle.

Por tanto, después de todo lo visto podemos concluir varias cosas:

1)    Los seres humanos tenemos sesgos y, ya sea en el ámbito científico o en el periodístico, darse cuenta uno mismo de ellos es una tarea complicadísima.

2)    Las agencias de verificación de bulos tienen relación con cadenas y partidos políticos de determinadas ideologías, lo cual hace sospechosa su actividad.

3)    Las agencias de verificación de bulos pueden ser muy útiles para verificar bulos sencillos y alejados del mundo de la política, pero cuando los bulos se basan en asuntos políticos, parece que no se aplica el mismo radar a los que están a un lado del tablero ideológico que a otros.

4)    Las agencias de verificación de bulos verifican aquellos bulos que les interesan, otros, que no les interesa, los dejan sin verificar.

5)    Las agencias de verificación de bulos tienen una función útil, pero, a su vez, generan desconfianza y en multitud de ocasiones no dejan de ser un periódico más.