Odio a los anunciantes y a las empresas tecnológicas e influencers que le siguen el juego

Internet es una herramienta maravillosa. No echo de menos el caos de otros tiempos, la pobreza del diseño de algunas webs, etc. Pero desde los últimos años, Internet ha degenerado porque se ha comercializado. Y cuándo muchos quieren ganar dinero y venderse, los dueños de ese dinero quieren convertirlos en esclavos entre algodones.

Antaño, era muy fácil tener un blog en blogger o wordpress y conseguir visibilidad online sin tener que pagar un céntimo. Hoy en día, ya es más complicado. Muchos que deciden iniciar una aventura empresarial digital, montar una web de comercio electrónico, pagan a empresas como Google y a redes sociales para que su negocio sea más visible que los negocios de la competencia y aparezcan en los primeros puestos del motor de búsqueda o sus anuncios sean visibles para los usuarios de una red social. Ya no hay esa meritocracia de ser leido o ser visto porque te curras los contenidos. Salvo excepciones, o pagas o corres serio riesgo de ser invisible. Yo he notado como redes sociales en las que publicaba mensajes sin ningún problema y eran difundidos por varias personas, de la noche a la mañana, dejaron de ser tan difundidos, a pesar de tener miles de seguidores en Twitter. Otros tuiteros comentaron que su contador de seguidores se puso a cero a pesar de tener decenas de miles de seguidores y lo achacaban a mensajes políticamente incorrectos que ellos escribían. Yo recibí una advertencia que tal grupo en Facebook difunde bulos...cuando llevo años dentro de ese grupo y Facebook no me advirtió de nada hasta hoy. Atrás quedaron los tiempos, en los que hacía un clip musical homenaje de forma ocasional a algunas bandas que yo escuchaba, lo subía a Youtube y con el paso de los años, tenía decenas de miles de visitas sin ningún problema, pero ahora no es así. Es cómo si tuvieras que hacerte un profesional de Internet y estar publicando contenidos de forma sistemática para ser visto. Diseñando una portada para el vídeo con letras chillonas con los ojos fuera de las órbitas y luces de neón de fondo para que te hagan caso.

Los blogs han caído en picado en favor de las redes sociales y portales de vídeo como Youtube. Tengo la sensación que la gente ya no lee artículos, no hablo de los que están leyendo este artículo, sino de otro perfil más amplio de internauta.

Algunos internautas vieron un modo de darse a conocer a millones de personas, de ganar mucho dinero, de vivir bien con su sueldo de youtuber o influencer, son muy pocos, pero los hay. Otros se sacan un dinero extra para sus aficiones. Y no me parece mal, pero provocó un efecto llamada y arrastró a un montón de internautas dispuestos a hacer lo mismo. Menos trozo de tarta a repartir para todos y autocensura, aún a costa de pasar hambre.

Para colmo, ese monstruo del lobby de los anunciantes exige pagar peaje por el privilegio de mostrar sus anuncios en tu contenidos. Los anunciantes no tienen capacidad directa de censura, quieren que te censures tú mismo o que los medios que usas en Internet te censuren a ti. Y los influencers digitales claman al cielo. ¿Pero cómo me han podido censurar esta canción por vulneración de los derechos de autor porque hice sonar 4 notas? ¿Cómo es posible que antes pudiera decir caca, culo, pis y ahora ya no? ¡Mis vídeos se han desmonetizado! ¡No sé si tendré que cerrar el canal de Youtube! ¡Por favor, no me censuréis!.

He visto a youtubers utilizan una tablet para mencionar por escrito una palabra polémica por miedo a que el algoritmo de Youtube les censurase el vídeo y se quedasen sin sustento. ¿Y todo por qué? Por culpa de los anunciantes. Los medios tradicionales perdían aceite y los anunciantes vieron un filón en plataformas como Youtube, Facebook, Instagram, Twitter, etc. No todos los influencers son iguales, pero para muchos de ellos, ganar dinero es lo primero, lo segundo y lo tercero. La censura puritana ha vuelto.

La dictadura de los anunciantes irrumpió en nuestras vidas hace años pero ahora es un lastre muy pesado para la red de redes y le resta atractivo. Hablo de la web convencional, no hablo de la deep web ni de la dark web. Ellos no quieren ver sus anuncios mezclados con contenidos pornográficos o que supuestamente incitan al odio o difunden bulos en Youtube, Twitter o Facebook. Y lo entiendo, pero los anunciantes están meando fuera del tiesto y amenazan a otras empresas tecnológicas como Facebook con retirar sus anuncios y por lo tanto, dejar de pagarles. Una censura igual o peor que una extorsión.

Los anunciantes están convirtiendo Internet en lo que fueron los medios de comunicación tradicionales. Rincones vetados para cualquier información que ponga en duda lo políticamente correcto bajo pretextos, en ocasiones absurdos.

Y estoy cansado de ver como los que no tienen voz y gracias a Internet, pudieron gritar en silencio y contar informaciones que eran censuradas por los mass-media, se van quedando sin voz por presiones de los anunciantes y de los gobiernos.

Hace unas semanas, ví un video de cómo una úlcera sangraba en Youtube. Lo primero que apareció fue una tétrica pantalla negra, advirtiéndome de que este contenido era inadecuado, me sentí mal, como si fuese a ver una película snuff. Ni cu ando programaban una película con varios rombos, me sentí tan incómodo. Me imagino la cara que se le quedará a aquellos estudiantes de medicina que sueñan con ser cirujanos, especialistas en el sistema digestivo y consideran este vídeo pedagógico para las carreras que están estudiando.