[OPINIÓN] Sobre Cataluña

INTRODUCCIÓN

Este artículo de opinión me sale del alma. Lo he escrito sin pensar demasiado, sólo porque tal vez necesito descargar un poco la rabia que siento por dentro, y el profundo dolor que me produce la situación actual. Me gustaría empezar, por el hecho de ser honesto, y procurar que la gente comprenda desde el principio mi posicionamiento, explicando un poco mi manera de pensar. Yo no soy nacionalista. No creo en las patrias y naciones de la misma manera que cree otro. A mí las banderas me parecen interesantes por su historia, por el significado de sus colores y sus lemas; pero me las veo como simples trapos expresivos.

Por otro lado, soy consciente de que el Estado, como concepto y como institución, nació en aras de mantener la paz social en el momento en que aparecieron las clases sociales. Y su única función es esa. Todo lo demás son herramientas y normas de las que se dota para poder alcanzar esa misión de una forma u otra. Así pues, el estado tiene el monopolio de la violencia, que es básico para mantener esa paz, y es represor por naturaleza. Y esto no tiene porque ser malo: hay estados que otorgan mucha libertad y derechos a sus ciudadanos, y siguen siendo represores cuando la paz social se ve alterada. Es su función. 

También entiendo que cuando existe un malestar generalizado en una parte de la población, y esta se moviliza, muchas veces se derive en violencia. Un ejemplo: los mineros asturianos hace unos años. Cuando un colectivo determinado quiere hacer un pulso contra el estado, tienes que tener en cuenta que vas a enfrentarte a su "monopolio de la violencia". 

En esa situación, en la que un movimiento o colectivo se alza en lucha contra el estado y su lucha cívica acaba derivando en un enfrentamiento, pueden suceder cuatro cosas: que la fuerza del estado sea aplastantemente superior y acabe doblegando al movimiento (por ejemplo, el fracaso de la Liga Espartaquista de Rosa Luxemburgo en 1919 en Alemania); que el estado se avenga a negociar (por ejemplo, en la transición española, donde los movimientos sociales y el régimen franquista llegaron a un acuerdo); que las fuerzas de ambos estén más o menos igualadas y no lleguen a negociar, provocándose un conflicto civil (por ejemplo, la Guerra Civil Española, o cualquier otra); o que la fuerza del movimiento sea aplastantemente superior y acabe sustituyendo el monopolio de la violencia (una revolución, como en Rusia en 1917, además ese año sucedió dos veces).

Normalmente, el estado negocia cuando el uso de la violencia tiene unos costes demasiado altos o su efectividad se está viendo comprometida, pero la violencia no ha llegado al punto del estallido de un conflicto civil (para eso es importante que el político de turno no sea un inepto, y sepa negociar). O cuando el movimiento empieza a crecer y propagarse tanto, siendo incapaz el estado de cortar o controlar esa propagación, y pretende evitar males mayores. Un ejemplo de esto último es el efecto Gamonal. En ese caso, el estado y el colectivo en cuestión, cierran un nuevo pacto social mediante el cual se recupere la paz social (a veces ese pacto hace referencia a un solo elemento o punto que está generando el malestar). 

MIS SENTIMIENTOS SOBRE LO VIVIDO EN CATALUÑA HASTA AHORA

Aclarado esto, me gustaría destacar que la situación que se vive en Cataluña me produce increíble pesar. Yo, por si alguien no lo sabe todavía, soy catalán y no soy independentista. Estoy angustiado por varios motivos:

  1. Desde hace años, (nueve para ser exactos), se ha ido fraguando un movimiento nacionalista de corte independentista alimentado en gran medida desde el Gobierno de España (el amigo Rajoy era especialista en crear nuevos independentistas). Pero también alimentado desde el Govern de la Generalitat, esto es evidente (aunque a ellos, por raro que parezca, les ha costado crear independentistas en gente que no estaba predispuesta ya para ello). 
  2. Este movimiento era una especie de cortina de humo que venía fantásticamente bien a ambas administraciones (y sobretodo, a sus propietarios temporales: PP y CiU en el comienzo del meollo), para tapar la propia corrupción interna de cada una de las instituciones.
  3. Este movimiento ha conseguido convertirse en un movimiento de masas dividiendo a la sociedad catalana. Pero no sólo eso, ha dividido a la sociedad española. 
  4. Además de esa división de la sociedad, este movimiento ha roto cualquier iniciativa de clase y transversal que pudiera organizarse en las clases bajas de un país. La razón de esto es que se trata de un movimiento nacionalista, lo que lo coloca en el área conservadora de las ideologías (no creo en el nacionalismo de izquierdas, es una falacia). Si un movimiento nacionalista cuaja, tiene la capacidad de romper y desmovilizar a los movimientos de clase que puedan existir. 
  5. Si esto lo añadimos a la enorme crisis de identidad que tiene la izquierda (este es otro debate que me duele, porque me reconozco de izquierdas, pero alucino con la increíble falta de autocrítica que tienen los movimientos progresistas hoy en día), pues se va todo a tomar viento.
  6. Cuando existió un atisbo de esperanza en España para lograr un movimiento transversal, el independentismo catalán llegó y lo rompió. Eso me provocó profundo dolor: lo destruyeron todo a su paso. 
  7. Hoy, la sociedad de Cataluña, que no deja de ser mi tierra, mi cultura y mi sociedad, está fragmentada. He dicho que no soy nacionalista, pero eso no significa que no ame el lugar en el que vivo, las lenguas que hablo, y las gentes que me rodean. Simplemente, ese amor que siento por lo que me hace, en parte, ser yo, no me limita a amar la tierra, la gente y la cultura de los demás (algo que, el nacionalismo en general, no suele llevar bien).
  8. Hoy siento que Cataluña está rota, y que España también. Y eso significa también una ruptura en Europa (agravada por el Brexit). La UE parece incapaz de superar los males del nacionalismo para construirse a sí misma. Y siento mucho más que las clases dirigentes al menos de los dos bandos en pugna o son incompetentes, o gobiernan con maldad para obtener beneficios personales.

LA ÚLTIMA SEMANA: CAUSAS

Toda esta reflexión viene porque estoy viendo muchas imágenes, y leyendo comentarios y artículos a todas horas. Desde la oficina dónde trabajo (en Plaza Cataluña) escucho las sirenas pasar, alguna manifestació, etc. Entonces me viene a la cabeza preguntarme ¿por qué esta violencia? No valoro ni negativa ni positivamente los métodos de lucha en sí. Soy bastante cínico, y partiendo de mi entendimiento sobre lo que es el estado, puedo entender estos enfrentamientos callejeros. Lo que sí repudio es la causa: el nacionalismo. No me parece que tanto sacrificio y destrucción (algunos testículos han caído, y algunos ojos), se puedan justificar por una bandera. Por eso, pregunto a mucha gente que va a las manifestaciones, a ver qué me dicen:

  1. Que la razón no es ya la independencia, sino que la sentencia sienta precedente para que otras manifestaciones o desobediencias sean juzgadas por sedición. 
  2. Que la sentencia ha sido injusta. 
  3. Por la independencia. Estos suelen ser más sinceros. 
  4. Porque es el único movimiento que hoy por hoy hace presión al Estado. 

Muchos son los comentarios que se pueden hacer para rebatir esos puntos. Me limitaré a los siguientes: si la causa es la primera, entonces no es necesario que se plague todo de esteladas. Si la causa es la segunda, poco o nada a conseguirse con esta violencia, más que justificar la sentencia en sí. Si la causa es la tercera, está bien: pero hay que ser realistas, no existe suficiente apoyo social a la misma. Y en cuanto al cuarto punto: no entienden que para tumbar al estado, o ganarle una partida, necesitan más gente, y en todas las comunidades. Tampoco comprenden que el discurso nacionalista no suma fuera de Cataluña, sino que resta. 

Así pues, si realmente quieren luchar contra los desmanes del estado, primero deben luchar contra el nacionalismo que rompe los movimientos de clase transversales, y luego deben crear lazos entre los diferentes movimientos sociales en las diferentes comunidades. Entonces sí, saldré a apoyar a las manifestaciones incluso aunque tiren piedras, o quemen contenedores. Porque si lo que vamos a defender es la Sanidad Pública, la Educación, las Libertad de Expresión, etc., entonces me vale la pena el sacrificio: porque tal como están dejando el estado del bienestar, todo lo que podemos conseguir, es mejorarlo. 

¿Entonces, toda esta violencia, a qué se debe? Yo he llegado a la siguiente conclusión: es la constatación de la derrota independentista. ¿Y cómo puede ser la constatación de esa derrota? Se preguntará alguno. Algunos creen que la fuerza y el empuje actuales del movimiento son una muestra de todo lo contrario. Pero yo lo que veo es esto:

  1. La violencia en las calles no persigue un objetivo claro, ni existe un plan. 
  2. Tampoco se persigue implantar una república expulsando al estado y sustituyendo su monopolio de la violencia, ni tomar ninguna posición concreta. Es sólo enfrentarse por enfrentar. Está llevada por la rabia.
  3. No existe ya una creencia en el liderazgo independentista que ha llevado el movimiento hasta la fecha actual. 
  4. Además, los líderes independentistas han perdido el control de parte o todo el movimiento.

Todo esto es una constatación de que la violencia viene por la derrota. Pero si está derrotado el movimiento, ¿por qué surge esta violencia? Por la rabia. La de un movimiento que acaba de tomar consciencia, o la está tomando ahora, de que vivían en una burbuja. Las promesas, no se han cumplido:

  1. No hubo referéndum legal vinculante.
  2. No hubo DUI real.
  3. No hubo apoyo internacional ni reconocimiento. 
  4. No hay república, ni la hubo nunca.
  5. La revolución pacífica no ha servido para nada en 9 años de agotadora lucha.
  6. La represión del estado ha sido mínima si comparamos otras épocas de la historia, u otros estados.
  7. Se ha perdido definitivamente la batalla por el relato.

Todo esto que era evidente, para muchos independentistas se ha destapado ahora. La sentencia ha sido un mazazo en la consciencia colectiva de un movimiento que ha descubierto, con asombro, que vivía en una burbuja creada por sus líderes. ¿Es una violencia contra el Estado Español? Sí. Pero también contra la Generalitat. Una sociedad que se ha ido fanatizando poco a poco, no va a aceptar pacíficamente la derrota. Y esta es la pataleta que constata esa derrota.

 

¿Y AHORA QUÉ?

¿Qué se puede hacer ahora? Esta es mi opinión:

  1. En primer lugar, esperar. Este brote de violencia durará unos días más. 
  2. El estado no puede perder el control: ni excederse en la represión, ni dejarles las calles. O de lo contrario, la violencia puede perpetuarse. 
  3. Una vez la violencia empiece a disminuir, creo que sería bueno un gesto de buena voluntad desde el Gobierno central: a los presos (por ejemplo, un indulto a los Jordis, cuya pena es quizá la menos justificable), o conceder alguna reivindicación histórica. Cualquier gesto que pueda ser bien recibido y sirva para decir: “¡Eh! Todo esto ha sido una mierda para vosotros, y para nosotros, pero estamos dispuestos a dar pasos para hacer las paces”.
  4. ¿Porqué debe ser el estado el dar el primer pasito? El Estado es el claro vencedor de este enfrentamiento. En ese sentido tiene dos opciones: aplicar la victoria, o aplicar la paz. Aplicar la victoria no eliminará el problema, solo lo calmará temporalmente mientras se enquista y se hace crónico (pasó en 1939, pues la victoria nacional no sirvió para hacer las paces entre los dos bandos, sino para imponer las condiciones de un bando. Igual en 1914 con Alemania. Sin embargo, en 1945 se hizo distinto, pues a Alemania se le concedió mucha ayuda en aras de hacer la paz, y durante los siguientes años se construyó una relación diplomática en esa línea). Así pues, la parte fuerte, la vencedora, debe tender la mano y decir: Ok. Hemos hecho todos cosas mal, ¿nos lo replanteamos y hablamos?
  5. Una vez se haya hecho un primer gesto de reconciliación, es necesario restablecer las relaciones entre todas las fuerzas políticas. Iniciar un diálogo sin condiciones ni concesiones previas (por ninguna parte: se puede hablar de todo, pero no es necesario hacer concesiones. Solo hablar e intercambiar impresiones, sensaciones, experiencias que puedan ayudar a ambos bandos a empatizar).
  6. En última instancia llega el paso más difícil: construir un nuevo pacto social en Cataluña, y en España (este último incluye las relaciones entre la sociedad catalana y el resto de sociedades que componen la sociedad española). ¿Porqué en Cataluña por separado de España? La sociedad catalana está rota por dos partes: internamente, entre todos los catalanes, y externamente, con el resto de España. Por ende, deben resolverse ambas roturas con dos pactos sociales: el de convivencia entre todos los catalanes que apoyaron diferentes posturas, y el de convivencia con el resto de españoles. 

Creo que esto no sería difícil si la gente que gobernase fuese, en gran medida, como la mayoría de meneantes que han discutido conmigo estos días. He de decir que mayoritariamente, e incluso a pesar de empezar en posiciones aparentemente lejanas, siempre hemos acabado llegando a puntos en común. Y eso me hace tener algo de esperanza en el futuro de este país. 

UN APUNTE FINAL SOBRE EL ACERCAMIENTO DE POSTURAS

Como apunte final me añadir que ese acercamiento de posturas que se ha dado en las discusiones, ha sido posible gracias a dos factores:

  1. Dejar de discutir las posiciones en sí y empezar a discutir los objetivos que persigue cada uno.
  2. Plantear los puntos de vista no desde la supuesta “verdad”, sino desde la percepción individual de cada uno.

Estos dos gestos, aparentemente simples, permiten que las dos partes comprendan mejor qué busca el otro, y que percibe que está sucediendo. Y permite abordar las diferencias y asperezas desde una perspectiva diferente, especialmente, cuando uno descubre ambos están preocupados más o menos por los mismos problemas.