Los tótems emocionales

Todos tenemos la casa llena de objetos absurdos, pequeños y sin valor; pero de los que, de alguna manera, somos incapaces de desprendernos porque nos traen recuerdos. No sé si alguien ha llegado a la misma conclusión o si tienen algún nombre oficial, pero yo los llamo tótems emocionales.

Tengo la teoría de que objetos estúpidos adquieren valor sentimental por el mero hecho de estar con nosotros. Y que este valor se incrementa de forma logarítmica con el tiempo. Una vez pasado un umbral, es casi imposible que nos desprendamos del objeto.

Pongamos algunos ejemplo: una servilleta de un bar de Nueva York que visitaste, una piedra del lecho de un río seco que te regaló tu ex en aquel viaje tan romántico, un cochecito de juguete que te encontraste por la calle uan noche, un mechero vacío con una hoja de marihuana dibujada que te recuerda a los porretes que te echabas de jóven, o un cartón de embalaje con un garabato que te trajeron unos amigos a casa. Si hubieras tirado la servilleta al día siguiente al encontrártela en la maleta al llegar de vuelta a casa, no te habría supuesto ningún problema y ahora no estaría entre cientos de folios, flyers y chorradas varias. Si cuando tu por entonces pareja, bromenado, te dió la piedra la hubieras lanzado lejos, ahora no llevaría quince años encima de la estantería. Si cuando viste borracho aquel cochecito de juguete por la calle hubieras seguido hacia tu casa para dormir la mona, al día siguiente ni te acordarías. Si al terminarse el mechero lo hubieras tirado a la basura, no te habría supuesto ningún problema porque tenías diez más en casa. Si cuando tus amigos se van de casas hubieras tirado el cartón, no estaría al fondo del armario desde hace tres años. Etc.

Por ello llevo algún tiempo tratando de no guardar ningún objeto sin valor. Me he dado cuenta de que no supone ningún esfuerzo mental no recoger objetos inútiles o deshechar aquellos que has recogido a los pocos días. Eso sí, pasado un mes ya cuesta, y pasado un año se hace muy duro. Y ya si son de la infancia, es casi imposible.

Os quería preguntar, ¿qué hacéis vosotros para evitar acumular pingos?