¿Es sensato que una furgoneta recorra 8 Km. para traerme un pendrive?

Es real. Sucedió el otro día. Un colega pidió un pendrive de 128 Gigas a Amazon porque le salía 2€ más barato que una conocida cadena local. La cadena local es parte del sistema y todo lo que queráis, pero está aquí al lado, a distancia de zapatilla cualquier rato que bajas a la ciudad . No perdamos de vista ese detalle.

La diferencia de precio era real. Los datos son reales. Y también es real que el tío se quedó tan ancho y tan moderno creyendo que su opción mejoraba el mundo, lo hacía más avanzado y más interactivo. O conectado. O como digan ahora.

Si lo hubiese hecho por sus 2€ y me hubiera dicho que su egoísmo estaba por encima de todo razonamiento ulterior lo hubiera entendido: hay cabrones y gilipollas en todas partes y su caso no es de los más graves. Pero no: me lo dijo satisfecho, ufano, orgulloso de haber realizado alguna especie de labor social o de haber contribuido de algún modo a acelerar el proceso evolutivo hacia la destrucción de los menos competitivos. Me lo dijo como si hubiese contribuido a alguna especie de carrera espacial o al descubrimiento de algo. Hasta ahí llega la narrativa de lo innovador.

Amazon no paga impuestos, pero eso se la suda. Bien.

Amazon contribuye a arrasar las ciudades y sus barrios. Vale.

Amazon es una multinacional americana que refuerza el poder del imperio contra cualquiera que quiera plantarle cara a su homogeneidad. Cojonudo.

¿Pero de verdad es necesario, sostenible, ecológico y deseable que una furgoneta recorra 8 Km. para traerte un puto pendrive a casa? Y mirad que ya estoy dejando fuera la parte proporcional de viaje que ese pendrive se metió desde algún oscuro rincón de Asia. ¿De verdad es racional que alguien busque tu casa, aparque, se baje de la furgoneta, deje eso en tu casa, te pida una firma y vuelva a arrancar la furgoneta?

Ahí es donde tienen su mejor nicho y oportunidad los partidarios de los impuestos ecológicos.

No es normal.

No puede ser.