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Por una vez intentemos hacer de la diversidad un punto fuerte. La gravedad de la ocasión lo requiere

En mayo de 1937, mientras las monolíticas tropas franquistas avanzaban imparables por toda España, el caos se apoderaba de Barcelona entre un mar de tiroteos protagonizados por comunistas, trotskistas y anarquistas que preferían matarse entre sí antes que hacer frente a la amenaza fascista-nacionalcatólica. Estos hechos, especialmente traumáticos por su violencia, no eran sino la manifestacion más exacerbada del clima de enfrentamiento y boicot constante entre las distintas fuerzas del Frente Popular, una de las causas que dieron lugar a la pérdida de la guerra.

Milicias que se negaban a avanzar porque el liderazgo del batallón se había dado a un partido rival, asesinatos de líderes políticos como Andreu Nin a manos de fuerzas teóricamente amigas del antifascismo, bloqueo reiterado de las operaciones militares y la acción gubernamental por motivaciones tan espurias como el nombre de quien firmaba la iniciativa ...el bando republicano era, lamentablemente, una jaula de grillos, mientras que los franquistas se sometían totalmente a la disciplina impuesta por el futuro dictador, hasta el punto de que el partido único del nuevo régimen fue un engendro contranatura fruto de la fusión entre un micropartido fascista y otro partido marginal ultracatólico, siendo sus ideologías totalmente contrapuestas y teniendo sólo en común la absoluta irrelevancia en contraposición con la CEDA, partido hegemónico de las derechas hasta el momento. Pero Franco quería un títere que moldear y manejar a su antojo, y de ahí salió la FET de las JONS.

Actualmente nos enfrentamos a unas nuevas elecciones que, mucho me temo, otorgarán el poder a una coalición de neoliberales salvajes, neofranquistas ultracatólicos y viejos ladrones. La abstención iba a ser el principal enemigo de las fuerzas progresistas, pues después del espectáculo que hemos vivido resulta tremendamente difícil ilusionarse y confiar en la honestidad y altura de miras de los líderes del PSOE. Es más, resulta tremendamente difícil creer que a Sánchez le importe lo más mínimo el bienestar de los españoles, pues se está jugando nuestro futuro con Vox simplemente por su ansia de acaparar todo el poder.

Pero ahora tenemos un problema más: Errejón va a participar en las elecciones, y se va a llevar un buen número de votantes de Podemos y (en menor medida) del PSOE. Esto es desastroso en las circunscripciones medianas y pequeñas donde hay un número reducido de diputados en juego. Porque Errejón no va a conseguir suficientes votos para lograr un diputado, pero sí les va a quitar a los otros partidos los votos que necesitaban para lograrlo. Y esos diputados irán a la derecha.

Hay una realidad evidente, y es que Errejón tiene su público, y éste no es mucho menor que el de Iglesias (en Madrid le derrotó incontestablemente). Hay abstencionistas que se quedarían en casa si sólo estuvieran Iglesias y Sánchez, pero que se movilizarán con Errejón, a quien conciben como una "izquierda ilustrada y razonable" en contraposición con Iglesias y Montero, a quienes identifican con los viejos matrimonios dirigentes que controlaron determinadas repúblicas socialistas en los años 60. A Iglesias se le puede reprochar personalismo, cerrazón y endogamia. A Errejón se le puede reprochar elitismo, tacticismo y renuncia a ciertos valores y objetivos que son justos pero él sacrifica en aras de lograr un público más amplio. En cualquier caso, ambos tienen su público, y son públicos numerosos.

Es por ello que la entrada del partido de Errejón en el juego electoral podría ser una buena noticia...si va en coalición con Podemos, Compromís, las mareas, Colau...a las próximas elecciones. No pocos abstencionistas se movilizarían y los resultados del bloque de izquierdas mejorarían, pues la gente que movilizará Errejón no es suficiente para darle diputados en circunscripciones que no sean muy grandes, pero sí serviría para que un bloque de izquierdas los obtuviera si se suman a los de Podemos y cía. El problema es que para lograr esa coalición sería clave negociar con altura de miras, dando a cada cual un peso razonable en ella, a fin de que se sienta lo suficientemente motivado como para darlo todo en la búsqueda de votos.

Para conseguir el anterior objetivo es necesario dejar atrás personalismos, rencillas y ambiciones egoistas. Hay que pensar en el futuro de los ciudadanos ante la crisis que nos viene encima, y en lo mucho que la aprovechará la derecha para destrozar lo público con la excusa de que es insostenible. Hay que pensar en lo fácil que les resulta al viejo terrateniente andaluz, el joven yuppie de pelo engominado y el presidente de la cofradía del santo sepulcro ponerse de acuerdo y trabajar por sus intereses comunes aunque haya matices entre sus formas de pensar. Hay que pensar en que el sufrimiento de la gente vale más que el ego herido o el afán de colocar a los amigos en las listas electorales.

La diversidad es un gran valor, y es la clave de las sociedades libres y prósperas. Defender el criterio propio, discrepar, alabar lo que nos gusta, criticar lo que rechazamos y plantear nuestro punto de vista sin que nadie monte un drama por ello y sin que cierre puertas a trabajar juntos. Así se ilusiona, se crean conciencias abiertas y se ponen los cimientos de la cooperación, que debe construirse desde el diálogo, el reconocimiento del valor del otro y la elaboración de estrategias conjuntas que no nieguen los valores esenciales de cada actor y permitan entretejer proyectos con base en lo que les une.

Franco exterminaba la diferencia y aplastaba la discrepancia. La izquierda de la época las usaba como arma arrojadiza. Ojalá la izquierda del presente sepa emplearlas para crear un proyecto ilusionante, respetable y capaz de aunar a gente que, siendo distinta, cree en la libertad y la justicia social. Es nuestra única esperanza frente a unas elecciones que veo verdaderamente negras para los progresistas.