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¿Y quién no?

Muchos se sintieron conmovidos al intuir la desesperación del cabo que se enganchó en la farola en el desfile. Un tropiezo inesperado, un error de cálculo, un momento de entusiasmo que te hizo perder la perspectiva, una derrota amarga porque no debería haber llegado. Y entonces te ves devastado, tan solo deseando que llegue el momento de estar solo para poder llorar a gusto. Porque al menos no quieres romperte más delante de todos. Y cada palabra de consuelo, cada gesto con el que intentan aliviarte, solo es un recordatorio del golpe recibido.

| etiquetas: desfile , accidente , farola , paracaidista

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