Yo también denuncié una ciberestafa a principios de siglo, y entre otras cosas aporté la cuenta bancaria del estafador.
En vista de que pasaba el tiempo y no recibía ninguna respuesta, un día decidí ir en persona al juzgado a preguntar por el tema, ... y me entregaron copia de un dossier en el que se observaba que, al menos la guardia civil había hecho su parte (identificando con nombre y apellidos al presunto estafador), pero luego, el caso quedó empantanado en el laberinto burocrático judicial, ... con lo cual pasa el tiempo y los delitos prescriben.
En todo caso, lo que piense la gente a través de las redes no es un problema, sino un síntoma.
Un síntoma de que las cosas se han hecho y se están haciendo mal (por parte de gobernantes y fabricantes).
Se hacen mal, se hacen a la prisa y corriendo, y se hacen a mala fe. Con engaños, con mentiras, con obsolescencia programada ... y en definitiva con la única intención de seguir exprimiendo aún más el bolsillo de la ciudadanía.
Por la mente de gobernantes y fabricantes no pasa la ecología, ni el reciclaje, ni la sostenibilidad ... por más que mientan sobre ello en sus cínicas campañas publicitarias.
A nadie escapa que la industria petrolera estuvo muchas décadas presionando para detener y retrasar el desarrollo del vehículo eléctrico. Y ahora (en vez de tener ya los deberes hechos) hay que actuar a trompicones y contra-reloj; en plan ensayo y error. Y el coste de los errores se le está cargando al usuario final.
Y luego, para colmo, se fabrica y se atiende mal: con soldaduras defectuosas, con piezas de recambio carísimas, inexistentes o fuera de catálogo, ... con pésimo servicio post-venta, etc.
A la gente se la puede engañar una vez, dos veces, ... pero a partir de la tercera ya se va haciendo cada vez más difícil.
Lo más justo sería dividir proporcionalmente todos esos residuos y trasladarlos a los jardines, mansiones, áticos y demás propiedades privadas de todos y cada uno de los directivos, inversores, accionistas y jefazos que han pasado y se han lucrado con la contaminante y desastrosa actividad de esa empresa.
#10#11 En la época de mis abuelos y bisabuelos, el trabajador (o semi-esclavo) medio sólo disponía de un único par de zapatos de vestir (prácticamente para toda su vida).
Cuentan las crónicas que los domingos, cuando la gente iba a misa, muchos recorrían casi todo el camino con ropa limpia y planchada, pero ¡descalzos! (llevando los zapatos en la mano, para no desgastarlos), y sólo se calzaban a escasos metros del templo.
#6 Sí. Yo también tuve suerte con la meteorología. Y también me sentí super-cómodo a lo largo de todo el día, (como si fuesen una extensión natural). Lo único que tenía que hacer era poner un pie delante del otro, y ¡a tirar millas!
Desde entonces, a ese tipo de zapato (bien diseñado, bien trabajado, y de buena calidad), que lo mismo te sirve pa' una boda que para regresar a pie desde el extra-radio sin problemas, yo le llamo "calzado universal".
Esto me trae a la memoria un domingo que quedé con los colegas para hacernos un día de barranquismo.
Ese día, temprano, me vestí, desayuné, revisé la mochila y el material necesario. Nos juntamos todos en un vehículo y pusimos rumbo al barranco, (situado a más de una hora de viaje).
Finalmente llegamos a la cabecera del barranco y comenzamos a preparar el equipo de forma jovial y animada.
Hacía buen día, y yo me sentía cómodo, ... demasiado cómodo:
Resulta que había salido de casa calzando unos zapatos Callaghan de cuero seminuevos (en vez de las preceptivas botas de montaña o trekking).
Pero ya no había vuelta atrás, así que esos bonitos y cómodos zapatitos se hicieron el barranco entero. Primero el descenso (por el cauce seco, y pedregoso) y luego el regreso por el sendero.
Procuré no darles excesiva caña (para poder seguir usándolos luego para vestir), y el caso es que aguantaron el día bastante bien, (sin desintegrarse por el camino y sin causarme molestias). Fueron como la seda, y me salvaron el día.
Eran unos zapatos caros, pero ese día entendí que lo valían (por la buena calidad de los materiales y su confección).
No se si los Callaghan de hoy en día seguirán siendo igual de buenos.
Hace tiempo que no encuentro tiendas de la marca en mi zona.
De hecho, esos mismos 'patriotas de boquilla' que tan alegremente piden el auto-sacrificio de los demás ... conforman ya, de hecho, una 'grave amenaza para la sociedad'.
Ellos destruyen la sanidad, la educación y todo lo público.
Ellos son el cáncer de la sociedad.
Ellos agitan el avispero. ¡Que sean ellos quienes 'disfruten' los aguijonazos!
1. Toda la riqueza del país en sus distintas formas y sea cual fuere su titularidad está subordinada al interés general.
Durante la pandemia ya fuimos testigos del nulo reparto de la riqueza y de la nula participación de los ricos en la solución del problema. Muy al contrario, lo único que hicieron fue subir los precios una barbaridad, defraudar, malversar fondos públicos, evadir impuestos, ...
Y al final (como siempre) tuvieron que ser las cajeras, las enfermeras, las amas de casa ... y el resto de la clase obrera quienes sacaran las castañas del fuego.
Pues bien, esta vez ¡que sean los ricos quienes vayan al frente!
Son 'sus guerras'. Son 'su problema'.
Durante la pandemia ya quedó claro que el gran capital y las élites no están nunca por la labor de "arrimar el hombro en pro del bien común" (como ellas mismas cacarean, pero nunca cumplen).
Así que si quieren luchar en guerras que ellas instigan y promueven, y que únicamente a ellas benefician, que sean las élites o sus hijos quienes luchen.
#7 Ya.
Lo del sinaí resulta más bien un mote.
Pero en el caso del campechano parece ser oficial. Y es de suponer que también lo habrá heredado el preparao, entre otros muchos títulos de postín.
Si tan del Opus son esas familias, ¿por qué no construyen (con su propio dinerito privado) dos centros totalmente privados, y se hacen cargo (de su propio bolsillo) de todos los gastos que generen?
¡Hasta las narices de seguir quemando dinero y recursos públicos para los caprichitos casposos esa gentuza ultraderechista y fascista!
Deberían centrar recursos y voluntades en resolver los grandes problemas del país, como la corrupción, la delincuencia y el costo de la vida. (Y para eso no hacen falta juguetes supersónicos).
(en vez de las preceptivas botas de montaña o trekking).
Yo también denuncié una ciberestafa a principios de siglo, y entre otras cosas aporté la cuenta bancaria del estafador.
En vista de que pasaba el tiempo y no recibía ninguna respuesta, un día decidí ir en persona al juzgado a preguntar por el tema, ... y me entregaron copia de un dossier en el que se observaba que, al menos la guardia civil había hecho su parte (identificando con nombre y apellidos al presunto estafador), pero luego, el caso quedó empantanado en el laberinto burocrático judicial, ... con lo cual pasa el tiempo y los delitos prescriben.