Los que reparten carnés de vencedor

No sé en que tiempos vivimos, pero ahora parece que más que conseguir algo, lo que importa es que no sé quién, alguien destinado al efecto, te considere ganador. Porque para ganar no basta con conseguir lo que querías, sino que es necesario que otro, no sé qué gilipollas, o qué genio, o qué mago del Tribunal Supremo de la Tierra Media, te nombre vencedor.

Ya no importa tanto lo que pasa en la realidad. Importa el árbitro, que en el boxeo, en este ring, cuenta hasta diez. Importa que ese tío de la sudadera y el bigotito levante tu mano y no la del otro, porque tú ya no eres nadie y deberías regresar cuanto antes a tu rincón. Nio eres perona ni personaje. Eres actor. Lo que importa es lo que crea el público, lo que re registre en el Guiness, lo que apaereczca en las estadísticas oficiales de no sé qué, esas que pronto serán el Aranzadi de la verdad si pretendes ganar una discusión.

Por eso, cuando se escribe sobre la guerra de Ucrania, nos encontramos un día sí y otro no con titulares que vienen a decir "Rusia ya ha perdido la guerra, suceda lo que suceda". "Las causas de la derrota rusa" "el desastre de Putin. Cuánto tardará en reconocer su derrota", "Rusia sigue perdiendo", "los ucranianos cantan victoria en Jarkov". Etc. Etc.

No es ya la propaganda normal, esa que trata de contar lo bien que le va a los tuyos y lo mal que le va al copntrario. No es ya la propaganadda tradicional, en la que los tuyos salvan a las viejas y el enemigo se come los niños a bocados. No, ahora ya no: ahora son juicios con sentencia. Semifinales con resultado. Conclusiones ya consumadas, a las que sólo les falta decir aquello de "¡Aquí ya está todo visto, circulen!".

Y como siempre, como otras veces que escribo sobre estas cosas, me pregunto quién es el destinatario de esas frases medio anormales, de esas sentencias imbecilistas. No son los rusos, a los que se la sopla. No es Putin, a quien se la refanfinfla. Los destinatarios de toda esa cantidad de mierda, de todo ese insulto intelectual, somos nosotros.

Pero a ver, coño, ¿por quién nos toman?

¿O es que tratan de excitar la parte más cobarde de nosotros para llevarnos a una guerra contra un enemigo que ya está derrotado y nos prometen fácil? ¿No será esa clase de basura?

Espero que no.