El choque cultural entre los jesuitas europeos y los samuráis japoneses fue un momento crucial en la historia de ambos pueblos. La llegada de los misioneros jesuitas en el siglo XVI marcó el inicio de un intercambio cultural sin precedentes.
Temidos por su implacable sentido del orden y la rectitud. Apodados habitualmente «cazadores de rônin». Luchadores por una bando que había mantenido la paz durante más de dos siglos y medio. Los shinsengumi fueron un cuerpo policial habilitado específicamente por el bakufu en el último lustro del periodo Edo (1600-1868) para frenar el caos y la rebelión contra un sistema de gobierno que alcanzaba su fecha de caducidad.
Durante los siglos XVII y XVIII, la familia Tokugawa gobernó Japón con mano de hierro. Aislado del mundo, el archipiélago gozó de una era de paz y prosperidad que tuvo como máximo exponente la ciudad de Edo, foco de riqueza y de diversión.