El Tribunal de Justicia de la Unión Europea (TJUE) ha establecido este miércoles en una sentencia los criterios que deben valorarse para declarar abusiva una cláusula de un préstamo concedido por una entidad financiera que obliga a devolver el crédito en una divisa extranjera, los denominados préstamos multidivisa.

Las familias españolas retiraron en febrero 5.000 millones de euros de sus depósitos bancarios, que sumados a los más de 13.000 millones que sacaron en enero elevan el volumen de retiradas por encima de los 18.000 millones en solo dos meses. El movimiento está influido por tres factores principales: el mayor gasto por el incremento de la inflación; la búsqueda de productos que ofrezcan una mayor rentabilidad, que permita evitar la devaluación del ahorro; y la amortización de préstamos (sobre todo hipotecarios) para esquivar el efecto del alza del euríbor.

El pago en metálico sigue siendo importante para pequeñas transacciones, ciertos grupos demográficos y como respaldo en casos de fallos tecnológicos o ciberataques

La suerte está echada. Bruselas ha decidido no pasar ni una más a los países que incumplan con el objetivo de déficit, entre los que tiene el dudoso honor de encontrarse España. La pasada semana, la UE abrió el proceso para sancionar a España y a la vecina Portugal por incumplir el déficit en 2015.

"Estamos satisfechos con la tarea realizada por las delegaciones, con avances sustantivos en la mayor parte de las temáticas tratadas. Todavía quedan temas por acordar; vamos a necesitar una nueva reunión en fecha que aún resta definir", afirmó el secretario de Relaciones Económicas Internacionales y Jefe Negociador por Argentina, Horacio Reyser.

La inventora del concepto, que nació en una carta a EL PAÍS en 2005, tras dos crisis y una guerra en Europa, desconfía aún del futuro aunque reconoce que los jóvenes que llegaron detrás lo pasaron peor. En 2005, Carolina Alguacil, por entonces una publicista de 27 años, escribió una carta a este periódico para desahogarse porque estaba harta de compartir piso, de ganar 1.000 euros y de una vida postuniversitaria que no era exactamente la que le habían prometido.