Cuando el suelo ya no tiene más capacidad para absorber el agua que recibe, comienzan a formarse los típicos charcos que normalmente encontramos en los senderos. Los charcos gigantescos que ocupan casi todo el ancho de un camino son debidos a la erosión causada por la costumbre de rodar/caminar/circular alrededor de los mismos. Si rodeamos un charco, simplemente conseguimos erosionar el terreno circundante al charco, haciendo que el agua vaya ganando más y más terreno.