El secreto se escondía en el fondo de un remoto lago. Un misterioso pueblo fue capaz de llegar a las Islas Feroe, en el Atlántico Norte, unos 350 años antes que los vikingos. Los arqueólogos creen que este grupo se asentó en el pequeño y accidentado archipiélago a medio camino entre Noruega e Islandia alrededor del año 500 después de Cristo.
Según sus primeras hipótesis, esos intrépidos navegantes que fueron capaces de cruzar las agitadas e inexploradas aguas atlánticas podían ser colonos celtas que procedían de Escocia o Irlanda.