En medio de una pandemia, se supone que el problema principal es la pandemia en sí, no las controversias políticas derivadas de la gestión de la pandemia, pero enseguida nos vemos obligados a rectificar esa suposición candorosa: nuestros representantes electos parecen haber decidido que esta calamidad colectiva pase a un segundo plano y se convierta en un entretenido pretexto para la disputa partidista, que de siempre ha sido el mejor modo de solucionar las consecuencias de un desastre.
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¿Alguien esperaba unidad ante una crisis en Españistán?
¿Alguien dudaba de la búsqueda rédito político aprovechando la crisis?
¿Alguien esperaba pragmatismo y profesionalidad por parte de la clase política?
¿Realmente hay alguien que confíe en sus representantes políticos en este país?