Dreamcast fue el culmen de la revolución iniciada con la Mega Drive. Y no solo por la tecnología que había entre el lector de discos y el modem. La compañía del erizo azulado se colocó a la vanguardia del videojuego con mucho más que músculo técnico y en ella nacieron ideas que tardaríamos años, incluso décadas, en ver en otras consolas.