Arthur Karvnik, un ex marine holandés de 59 años, se entregó el martes a la Guardia Civil y confesó el crimen, aunque no aportó el arma blanca que le infringió diversas heridas a la víctima -entre ellas la mortal- ni dijo dónde ocurrió el asesinato
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La víctima se negó a declarar en su contra (la denuncia a la guardia civil la había puesto un vecino), y además el acusado tenía un amigo que testificó en su favor.