En Cataluña, salvo excepciones, la política de los últimos años es un constante vaivén de gestos y polémicas simbólicas, útiles para subir el volumen y nulas en lo concerniente al interés ciudadano. Sin embargo, el debate establecido a partir de la revisión de la memoria histórica puede deparar sorpresas, como la acaecida esta semana en el pleno del Ayuntamiento de Barcelona, rotundo al retirar la medalla de honor de la Ciudad Condal a Heribert Barrera (Barcelona 1917-2011), histórico dirigente de Esquerra Republicana de Catalunya.
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Joder, sus frases están sacadas de contexto, y en un independentista no parece nada pero nada extraño que quiera aumentar la presencia de catalanes (por ejemplo, si fuera Cataluña; igual que si Lambán quisiese la independencia aragonesa lo lógico es que tratase de llenarla de gente que sienta el orgullo de ser aragonés, y no nepalíes, por ejemplo). Eso no quiere decir que haya que tragar con la concesión de medallas y estatuas o memoriales a "los de mi partido" cuando gobierno yo.
Que lo hagan sólo con filántropos, médicos, abogados no significados políticamente... O que no haya estatuas, directamente